El 50 por ciento de los trabajadores en ambas entidades son pobres, con ingresos menores a la necesidad alimentaria.


El 50 por ciento de los trabajadores de Puebla y Tlaxcala viven en pobreza laboral, con ingresos que están por debajo del costo de la canasta básica y cuya crisis se agudizó en el último trimestre de 2020 por los efectos de la pandemia.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), entre el cuarto trimestre de 2019 y el mismo trimestre de 2020, el porcentaje de la población con ingreso laboral inferior al costo de la canasta básica creció al pasar de 44.7 a 52.4 por ciento en Tlaxcala y de 43.5 a 50.7 por ciento en Puebla.

Los porcentajes de ambos estados se ubicaron incluso por encima del promedio nacional anual que fue de 40.7 por ciento de la población en México con ingresos menores al costo de la canasta básica durante el primero periodo de confinamiento por la pandemia, según el Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP).

El Coneval informó que el mayor número de pobladores que ingresaron a la línea de la pobreza laboral se observó en 10 entidades del país, entre ellas, Tlaxcala ocupó el cuarto lugar con un incremento anual de 7.7 por ciento y Puebla el quinto con un incremento de 7.2 por ciento en la franja de trabajadores con ingreso laboral inferior al valor de la canasta alimentaria.

Los estados con incrementos por encima del promedio nacional son Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Hidalgo, Veracruz, Tlaxcala, Tabasco, Puebla, Quintana Roo, Morelos, San Luis Potosí, Estado de México, Ciudad de México y Zacatecas.

Sin embargo, en el último tramo de 2020 se observó una disminución trimestral al pasar de 54.9 por ciento a 52.4 por ciento en Tlaxcala, y de 54 a 50.7 por ciento en Puebla entre el tercer y cuarto trimestre del año pasado.

En ese periodo, el ingreso laboral real disminuyó 2.5 por ciento al pasar de mil 819 pesos a mil 773 pesos mientras el costo de la canasta básica aumentó 7.6 por ciento en zonas rurales y de 6.1 por ciento en zonas urbanas.

Sin embargo, la población pobre resintió los efectos con la caída más crítica al cierre del año, con ingreso que cayeron de 158 a 98 pesos diarios por jornada trabajada frente a un costo de la canasta alimentaria en aumento.

El Coneval explica que la caída de la capacidad para adquirir la canasta básica y la disminución de las horas de trabajo e ingresos se debió al impacto generalizado de la emergencia sanitaria y las medidas adoptadas para mitigar la contingencia, como la suspensión de las actividades, ocasionaron una contracción en la economía.

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