Debemos darnos cuenta que los cuidados paliativos deben formar parte integral de la atención al enfermo y no sólo en fases terminales, pues siempre debería ser una prioridad.

Cuando hablamos de cuidados paliativos, hablamos de aquellas medidas que no están destinadas a curar una enfermedad, sino a mejorar la calidad de vida del paciente y su familia cuando la medicina ha hecho lo que está en sus manos.

Los cuidados paliativos se llaman así porque provienen de la palabra latina pallium que significa manto o cubierta, lo que hace alusión al acto de aliviar síntomas o sufrimiento y por ello han llegado a nuestros días con la misma misión.

Surgen además porque ha cambiado mucho la vivencia de la muerte en nuestros tiempos, pues en la antigüedad como la Edad Media, existía una muerte llamada “doméstica” que hacía referencia a aquella muerte que se daba en casa, rodeado de sus seres queridos y los invitaba a reunirse alrededor del lecho para el llamado “rito de la habitación” que era presidida por el moribundo, que sabía que estaba próximo a morir y expresaba sus últimas voluntades, por lo que se iba en paz y se conoce como una la “buena muerte”, sin embargo todo cambió con la I Guerra Mundial que comienza a apartar la muerte de la vida cotidiana y se empieza a ver como algo lejano, extraño, ajeno y desde entonces deja de ser normal, deja de ser esperada, acompañada y mucho menos aceptada. Es por ello que surge la necesidad de volver a hacer conciencia que es un paso que todos vamos a dar y se busca que se dé en las mejores condiciones y con la mejor calidad de vida que se pueda.

Cecily Saunders es la líder de la medicina paliativa contemporánea pues observa que la tendencia actual de esconder al moribundo su condición, pronóstico y en algunos casos, hasta el diagnóstico y se reemplaza la la casa por el hospital como un lugar de muerte donde no se permite la expresión emocional que se permitía en la antigüedad, lo que provoca que como sociedad no hemos vuelto a encontrar la manera de hacer frente a la muerte ajena y muchos menos asumir nuestra propia muerte.

Los enfermos terminales se enfrentan frecuentemente al llamado encarnizamiento terapéutico que se refiere a los esfuerzos de más que llevan a cabo los médicos para mantener con vida a la persona sin importar si ésta tiene calidad o no, pues en ésta visión ajena de la muerte, la ven como un fracaso profesional.

Los cuidados paliativos surgen como una necesidad a todas éstas problemáticas y se materializa a través de los llamados Hospicios que vienen de la palabra latina hospituim que significaba inicialmente el sentimiento cálido experimentado por el huésped y anfitrión y luego el lugar físico donde se experimentaba este sentimiento. Al principio llegaban peregrinos muy enfermos y allí eran atendidos pero el concepto como lo conocemos hoy, nace en Londres, Gracias a la fundación St. Christopher’s Hospice en 1967 donde lograron demostrar que un buen control de síntomas, una adecuada comunicación y el acompañamiento emocional, social, espiritual, logran mejorar significativamente la calidad de vida no tan sólo de los pacientes terminales, sino también de sus familias que pueden acompañarlos hasta el final, en un entorno más comprensivo e incluyente. Su fundadora, la Dra. Cicely Saunders realizó investigación, docencia y apoyo dirigido también a las familias que suelen dejar fuera, tanto durante el proceso de enfermedad como en el proceso de duelo, lo que dio resultados muy positivos para todos, incluyendo el equipo médico que ya no sentía el fracaso mencionado, sino que podían hacer algo más, aún cuando ya no pudieran curar la enfermedad.

En la actualidad sigue funcionando al figura del Hospicio donde se brindan los cuidados paliativos, integrando a la familia durante todo el proceso y a pesar de cómo han evolucionado, expandiendo la cobertura asistencial siguen siendo insuficientes y más en países como el nuestro, donde dichos cuidados los siguen aplicando los cuidadores en casa y de manera intuitiva, quedando muchas veces demasiado desgastados para su propio proceso.

Como cada fecha que busca crear conciencia, debemos darnos cuenta que los cuidados paliativos deben formar parte integral de la atención al enfermo y no sólo en fases terminales, pues siempre debería ser una prioridad él mantener la calidad de vida en los pacientes y sus familias.

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¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.

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