El éxito no se mide por las cosas que compras o los títulos que tienes, pues a veces proviene de batallas tan invisibles como las que se libran con los pensamientos 

Cada que termina un año, solemos analizar nuestro desempeño y desempolvamos los propósitos que iniciamos con tanta motivación y rápidamente comenzamos a sentirnos frustrados, a sentir que no estamos en el lugar correcto, que no hicimos lo suficiente y que incluso nuestra vida, no es la que deberíamos tener e incluso, que no somos como se supone que deberíamos ser.

A ti que te sientes así, déjame recordarte que estás sobreviviendo a una pandemia mundial, que estás soportando niveles de estrés y ansiedad como nunca antes se habían sentido, que has perdido muchas cosas en el transcurso de la misma, desde la libertad previa, cuando no tenías que usar cubrebocas, la seguridad a partir de tener que estarte observando al más mínimo indicio de una gripa, a la que en otro momento no le hubieras prestado atención y menos cuando escuchabas estornudar o toser a alguien más, el contacto con los demás, hasta quizás has perdido a algún ser querido.

Te adaptaste a trabajar o estudiar desde casa, a implementar las medidas preventivas, como parte de tu vida diaria, te acostumbraste a no abrazar y besar a las personas cuando las ves, descubriste que una videollamada puede ser tan cálida como cualquier charla frente a frente, acompañada de un café.

A ti que te sientes frustrado, quiero decirte que el éxito no se mide por las cosas que compras o los títulos que tienes, pues a veces proviene de batallas tan invisibles como las que se libran con los pensamientos en medio de la noche o la lucha por recuperar el control de ti mismo en medio de un ataque de ansiedad o el no llorar cuando hablas de ésa persona tan importante que ya no está físicamente contigo.

A veces el solo hecho de levantarte de la cama constituye un logro y aunque no lo vayas a postear en ninguna red social, merece que te lo reconozcas porque estás haciendo lo mejor que puedes en la realidad en la que te encuentras y solemos olvidarlo frecuentemente, por eso pareciera que no hicimos nada relevante en todo el año y nos reprochamos por no haber cumplido esa lista de propósitos que hicimos cuando pensamos que todo esto estaba acabando, cuando la realidad desde la que nos los planteamos y aquella en la que intentamos darles seguimiento eran completamente distintas entre sí y seguramente lo son de ésta desde donde te estás juzgando tan duramente.

Déjame decirte que hiciste lo que podías y eso, es suficiente, tú eres suficiente porque estás aquí, porque cada día te enfrentas a todo aquello que te angustia y aunque no te van a dar una medalla por eso, sí debes tener la conciencia de que cada vez eres más fuerte. Eres suficiente porque eres único, porque nadie tiene el poder de ser como tú y de sentir, pensar, actuar exactamente igual que tú y por eso todo lo que aportas al mundo, es tan valioso.

Cuando te plantees los propósitos de éste año, trata de ser flexible, trata de ver qué tan sólo son puntos de partida porque la vida es tan sutil que sin darte cuenta, te ves atravesando puertas que nunca pensaste que se abrirían y por tanto no te habías propuesto tocar, lo cual no significa que no hayas cumplido tu propósito, sino que te dejaste llevar por las curvas del camino y llegaste a un destino que no sabías que existía. Está bien tener un rumbo pero el destino lo descubrirás en el trayecto y dependerá de quién seas en ése preciso momento.

Te recomiendo en vez de propósitos, te preguntes qué quieres para ti. Permítete visualizar desde el deseo y no la obligación, desde el gozo y no de la frustración y verás que muchas cosas vienen por añadidura. Mientras tanto, agradécete lo que tienes hoy sin importar lo que sea, pues quizás ésa situación tan dura que estás viviendo tan sólo es un regalo que estás por abrir y cuando pase, serás capaz de ver las enseñanzas que te dejó.

Recuerda que los logros y tiempos son personales, pues la vida no es una carrera de velocidad y compararte, no te sirve de nada. Aprende a aceptar cada parte de tus procesos y no te centres sólo en la meta porque te perderás de muchas cosas valiosas en el camino, por el contrario, date tu tiempo y voltea a ver a quienes te acompañan. Ten paciencia y confía en ti, pues en el fondo de ti mismo, tienes todas las respuestas aunque a veces te dé miedo escucharlas.

Desde aquí, les deseamos lo mejor para éste 2022. Les deseamos que se atrevan a ser felices, a luchar por lo que quieren y no por lo que creen que es correcto y sobre todo que se permitan equivocarse, pues detrás de cada error hay un aprendizaje. Les deseamos que construyan un 2022 lleno de realizaciones y anhelos cumplidos.

Recuerden que esperamos sus comentarios a través de nuestras redes sociales.

¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.

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