Su pluma nació en el periodismo poblano a los 19 años como reportera de nota roja en la Jornada de Oriente. Casi de inmediato empezó a escribir ficción. 

“Fue a sus casi quince años cuando Guadalupe Quezada supo que sus puños eran letales. Antes de hacer lo que hizo, su corazón palpitaba impetuoso, bombeando la sangre a los ojos que cada vez se le aguzaban más, como los de un felino”, así comienza la novela Lobo de la escritora Mónica Rojas quien radica en Zúrich, Suiza.

Su pluma nació en el periodismo poblano a los 19 años como reportera de nota roja en la Jornada de Oriente. Casi de inmediato empezó a escribir ficción. A Mónica la realidad le quedaba corta y sus felinos ojos veían decenas de tragedias, mientras su corazón palpitaba en busca de historias de esperanza.

“Lupe Lobo Quezada parece haber nacido para golpear. Lobo carece de todo, pero sus habilidades casi sobrehumanas para pelear le traerán dinero y fama, también una vida que no termina de asentarse en la felicidad», así describe al personaje de Lobo.

Mónica Rojas parece haber nacido para escribir. Hoy con 39 años tiene todo para triunfar y ser reconocida, al igual que Liliana Blum con Cara de Liebre, como una de las mujeres que se abrieron paso entre los hombres que dominaban la escritura de la novela negra.

“No te pueden decir que no entres en un género. Creo que la gran rebeldía de la literatura está cambiando muchos paradigmas, sobre todo en Latinoamérica en donde cada vez hay más escritoras”, contó.

Mónica Rojas recientemente estuvo en México en la edición 36 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde presentó Lobo, su más reciente título, tan solo unos meses después de haber publicado La Niña Polaca, donde relató a través de los ojos de una pequeña, la travesía de polacos sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial que llegaron a México como refugiados.

Con Lobo rompió los esquemas de sus cinco obras anteriores, la mayoría dedicadas a las infancias dado que es embajadora de ‘Save the Children’. Ahora indagó en las masculinidades frágiles, la violencia y el poder mediante la reflexión de lo que implica ser un buen boxeador, de eso con demoledores y sanguinarios puños.

Una pregunta constante que le hacen a Mónica Rojas es ¿cómo llegar a ser escritora?, a lo que siempre responde que el primer paso es soñar; el segundo planear; el tercero estructurar y de ahí para adelante tener mucha paciencia porque el camino es largo.

“Ser escritora no termina, no es decir llegué a la meta y ya. Siempre que se termina de contar a una historia se llega a otra, es un camino larguísimo y sempiterno que vale la pena cuando alguien quiere tomarlo”, dijo.
La comunicadora que actualmente estudia el doctorado en Literatura Hispanoamericana, antes de partir a Suiza, en donde vive desde hace nueve años, recorrió los cafés del centro histórico de Puebla en dónde escribió sus primeros cuentos, los cuales cuenta guardaba entre sus notas policiacas, soñando que algún día sería una escritora.

El feminismo visibiliza nuestras necesidades silenciadas

Para Mónica Rojas el feminismo es transgresión, disrupción y una necesidad ferviente de visibilizar a las mujeres, no únicamente por su mero género sino por las necesidades que las circundan y que fueron calladas.

No estamos en contra de los hombres sino en contra del sistema patriarcal que ha silenciado las necesidades de nosotras las mujeres. En Latinoamérica hay mayor conciencia en las nuevas generaciones, aplaudo que salgan a las calles, que denuncien y hablen sobre todo los problemas que las aquejan”, señaló.

Añadió que lo más importante del feminismo es el acompañamiento entre mujeres y la sororidad, enfatizando que ella pudo crecer y alcanzar sus sueños gracias al apoyo que le han dado las mujeres tanto en México como en Europa.

“Debemos romper el estigma de que una mujer le tiene envidia a la otra, tenemos que aprender a acompañarnos y que saber que estar en manada sirve. Las primeras mujeres en acompañarme fueron mi madre y mi abuela, me dijeron que podía ser lo que yo quisiera, que era posible”, contó.

Finalmente recomendó a las mujeres además de leer su libro de La Niña Polaca, y Cara de Liebre de Liliana Blum, que es la historia de una asesina serial y Hasta no verte Jesús mío, novela escrita por Elena Poniatowska, que recuperó la voz femenina a inicios de los años 70s

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