Santa Ángela de Foligno es una de las místicas más famosas de la Iglesia en la Edad Media

Hoy, cuando han transcurrido cuatro días y faltan por transcurrir 361 días para concluir este 2018, festejan su santo: Santa Ángela de Foligno, San Rigoberto obispo, San Abrúnculo, San Cayo mártir, Santa Faraildis, San Ferreol obispo, San Gregorio obispo de Langres, San Hermes mártir, Santa Isabel Ana Seton, San Rigomerio, Beata Ángela viuda, Beata Cristiana Menabuoi, Beato Manuel González García y Beato Tomás Plumtree.

Angela de Foligno es una de las místicas más famosas de la Iglesia en la Edad Media, junto a Santa Catalina de Siena y Santa Catalina de Génova.

Vivió su infancia y juventud como una mujer orgullosa, vanidosa, poco piadosa y dedicada a la vida mundana. Se casó muy joven y tuvo varios hijos. Poseía riquezas, castillos, lujos, joyas y fincas, pero nada de esto la hacía feliz.

A la edad de 35 años, murieron sucesivamente su madre, su esposo y sus hijos. En medio de esta inmensa pena, Angela recurre a Dios, va a la iglesia y escucha la prédica de un sacerdote franciscano y se da cuenta de su error. Pidió confesarse y luego decidió hacerse terciaria franciscana. Se dirigió en peregrinación a Asís, y en una visión San Francisco le pide vender todo lo que tiene, darlo a los pobres, y dedicarse a meditar en la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

Santa Angela vendió todas sus posesiones menos un castillo que estimaba muchísimo. Poco después, en una visión oye decir a Cristo crucificado preguntarle: «¿Por amor a tu Redentor no serás capaz de sacrificar también tu palacio preferido?».

Esta vez decidió vender absolutamente todos sus bienes, reparte el dinero entre los más necesitados, y se dedica a una vida de contemplación.

Fue tan grande el amor que tuvo hacia la Pasión y Muerte del Señor, que le bastaba mirar una imagen de Jesús doliente o escuchar hablar del sufrimiento de Dios para que se enrojeciera su rostro y quedara como en éxtasis.

Murió el 4 de enero de 1309 conformada plenamente con el Señor.

Muchas veces, nuestras vidas están llenas de castillos que no queremos vender y que nos impiden gozar de la felicidad que Dios nos ofrece. Que el testimonio de Santa Angela de Foligno nos ayude hoy a desprendernos un poco más de esas ataduras que nos alejan de la verdadera felicidad.

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