El protagonista de esta historia es el cura Francisco Sales Cruz, párroco de la iglesia de San Nicolás de los Ranchos, lugar en el que mandó a hacer una réplica de la famosa pintura.


Un sacerdote de Puebla parece haber olvidado que la soberbia -y por extensión, el narcisismo-, es un pecado, así que decidió modificar una de las obras artísticas más apreciadas en la religión católica, para inmortalizar su paso por ella. ¿Cómo? Ordenando modificar una réplica de la ‘La Última Cena’, para que su imagen fuera incluida en el episodio evangélico retratado por Leonardo Da Vinci.

El protagonista de esta historia es el cura Francisco Sales Cruz, párroco de la iglesia de San Nicolás de los Ranchos, lugar en el que mandó a hacer una réplica de la famosa pintura, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1980.

Lo que nadie se esperaba era que el cura tuviera intenciones más allá de tener en la iglesia local una representación de la que, según la Biblia, fue la última vez en la que Jesús de Nazaret se reunió con sus discípulos (los doce apóstoles) para compartir el pan y el vino antes de su muerte.

Así, cuando el artista se presentó para hacer el retrato, el sacerdote le pidió que sustituyera el rostro del apóstol Santo Tomás de Aquino [personaje ubicado en el extremo izquierdo de la mesa que comparte Jesús con sus seguidores], por el de él.

Como era de esperarse, el hecho causó gran indignación entre los fieles de San Nicolás de los Ranchos, quienes al pedirle explicaciones al párroco, le escucharon decir que solo quería estar más cerca de Jesucristo.

Como era de esperarse, el hecho causó gran indignación entre los fieles de San Nicolás de los Ranchos, quienes al pedirle explicaciones al párroco, le escucharon decir que solo quería estar más cerca de Jesucristo.

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