Podemos pensar que la lucha de la comunidad LGBT sólo les pertenece a ellos, pero mientras existan grupos que no puedan gozar de total libertad, tenemos tareas pendientes.

Como cada mes de junio, el mundo de viste de los colores del arcoíris porque se celebra el #PrideMonth que además de seguir buscando crear conciencia de la lucha que ha tenido el colectivo LGBT para ser aceptados por quienes son, nos viene a recordar que el amor es amor y como tal debe ser respetado, pues increíblemente aún se sigue discriminando por motivo de orientación o identidad sexual.

El origen de la celebración del llamado Pride está un poco lejos de la alegría de los colores que la caracterizan, pues surgió debido al levantamiento de Stonewall en junio de 1969 en la ciudad de Nueva York, cuando después de una redada de la policía en un bar gay, uno de los asistentes tomó una tiza y escribió tres simples palabras que el pavimento Tomorrow night Stonewall («Mañana por la noche en Stonewall») generando una rebelión que ha sido comparada con la iniciada por Rosa Parks durante el apartheid.

Quizás nos cueste trabajo entender la magnitud del hecho, pero debemos remontarnos a una época donde se les criminalizaba y eso repercutía en los bares que frecuentaban, que podían ser clausurados por promover el “desorden público” debido a que el baile entre personas del mismo sexo, podía considerarse lascivo y acarrear problemas tanto a las personas que podían ser incluso arrestadas, como al lugar, por ello las redadas eran frecuentes para “mantener el orden”.

En aquel tiempo, había un lugar que era considerado casi un santuario donde podían expresarse y bailar libremente: Stonewall Inn. Fue por ello que el mensaje escrito en el pavimento, encontró eco en cientos de miembros de la comunidad gay que ante una nueva redada y acostumbrados a huir, decidieron encarar a la policía, iniciando un nuevo capítulo en la lucha, que había comenzado mucho tiempo atrás ante una sociedad que los trataba como criminales o locos.

Podemos pensar que la lucha de la comunidad LGBT sólo les pertenece a ellos, pero lo cierto es que mientras existan grupos que no puedan gozar de total libertad, como sociedad tenemos tareas pendientes y es que nadie debería luchar contra la sociedad por expresar quienes son. Lo más difícil de la lucha de la comunidad LGBT es que muchas veces tiene que empezar con la propia familia, que lejos de ser la red de apoyo que necesitarían para enfrentar al mundo, se convierte en la segunda batalla a librar (la primera generalmente es consigo mismos).

¿Por qué es tan difícil el “salir del clóset”?

Porque conlleva un proceso de duelo que es muy poco reconocido pero que se denomina duelo por pérdida de heterosexualidad debido a que se da por hecho la heterosexualidad y el reconocerse a sí mismo como homosexual (bisexual, trans, etc.) implica renunciar a esa condición que parece dada de facto.

El renunciar a esa condición adquirida de manera inconsciente, genera las mismas etapas de cualquier otro duelo e inicia también con negación, cuando la persona se enfrenta a la posibilidad de reconocerse “diferente” a lo que se esperaba y por eso, les puede tomar incluso años del atreverse a aceptarlo y a salir del clóset.

A partir de las reacciones que enfrenta, puede venir una etapa de depresión cuando no encuentran el apoyo en las redes principales que son la familia y los amigos. Es en ésta etapa donde el soporte de la propia comunidad LGBT hace toda la diferencia, porque encuentran en “extraños” la contención que necesitan y a su vez, serán ése mismo apoyo para otros miembros que lo requieran y será gracias a ese cobijo, que puedan transitar a la aceptación de su nueva realidad, donde podrán vivirse con la libertad que siempre debieron tener.

Hemos hablado antes en éste espacio de que es parte de nuestra condición humana el temer a lo que juzgamos diferente, pero es parte de nuestra responsabilidad como individuos evolucionar y entender que las diferencias nos enriquecen como sociedad. Cuando podamos entender que el amor es amor y que no podemos ser jueces de lo que es «correcto» o no, transitaremos hacia una sociedad más justa porque aprender a vivir en sociedad es aprender a vivir juntos, desde la empatía, que significa comprender al otro y desarrollar distintas formas de interdependencia donde todos podamos gozar de las mismas libertades.

Las luchas de las minorías, históricamente ha sido un camino complicado pero que ha traído consigo, una mayor tolerancia que ha contribuido ampliamente a la civilización. Es por eso que a pesar de no ser “nuestra” lucha, no podemos hacer oídos sordos a sus peticiones, que no son más que libertades que los demás gozamos sin mayor mérito. Afortunadamente cada vez hay más gente que lo entiende y por eso cabemos en la comunidad LGBT como aliados, porque a diferencia de la sociedad intolerante, ellos sí tiene cabida para quienes quieran luchar a su lado y por es por ello que movimientos como el feminismo, se consideran hermanos porque ambos siguen conquistando día a día, derechos que deberían haber tenido siempre.

No podemos permitir que siga habiendo gente que se sienta obligada a permanecer oculta, cuando quienes en realidad están encerrados en sus prejuicios son aquellos que no entienden que el amor es amor y por tanto no sólo debe ser aceptado, sino respetado y fomentado, pues solo en una sociedad respetuosa, se podrá avanzar en conjunto.

Celebremos la diversidad pero sobre todo la libertad, porque nadie merece estar encerrado en sí mismo, a causa de la ignorancia de los demás. Ojalá algún día se permita la libre expresión todo el año, no tan sólo junio pues el amor y la libertad no pueden esperar.

Desde éste espacio, nos unimos a la celebración del #PrideMonth, deseando que ése clóset deje de ocultar a tantas personas y empiece a guardar prejuicios.

No olviden que esperamos sus comentarios a través de nuestras redes sociales.

¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.

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