Cecilia era una mujer independiente, abogada, activista en favor de las mujeres y ex funcionaria, que enfrentó a políticos desde el derecho y buscó justicia para muchas mujeres

Éste no era el tema que tenía listo para ésta semana, pero no puedo sumirme en la indiferencia ante lo que ocurrió éste pasado sábado en nuestro estado, donde a plena luz del día un par de sujetos a bordo de una motocicleta, balearon a Cecilia Monzón, que no iba saliendo de una fiesta, ni se había “expuesto” por tomar un taxi de plataforma o se encontraba sola en plena madrugada… con ella no caben esos pretextos absurdos, con los que tratan de responsabilizar a las mujeres que son asesinadas.

Cecilia era una mujer independiente, abogada, activista en favor de las mujeres y ex funcionaria, que enfrentó a políticos desde el derecho y buscó justicia para muchas mujeres, a ella la atacaron como si de una película se tratara, dos sicarios… sicario es una palabra que significa espada corta que podía ocultarse en los pliegues de la ropa, un objeto para matar, sin sentimientos ni empatía, una fría hoja de metal, que define muy bien a alguien que hace del asesinato su negocio, su forma de vida. Solo me queda preguntarme ¿en qué clase de país se puede vivir de matar gente?.

Desafortunadamente en el nuestro, abundan éste tipo de personas porque pareciera que la justicia no existe, porque la corrupción es tan grande y el valor de las mujeres tan poco, que cualquiera se siente con el derecho de arrebatarnos la vida… algunos tan cobardemente que se valen de su dinero para que alguien más lo haga.

Ya no es posible seguir contando feminicidios y seguir prometiendo llegar a las últimas consecuencias, pues se ha perdido la confianza en la autoridad, porque se sabe cómo funciona el sistema de justicia, que inclina su balanza hacia quien más dinero ofrece y que a pesar de los discursos que conocemos de memoria, donde prometen llegar a las “ultimas consecuencias” que no es más que una frase vacía al ser escuchada tan frecuentemente y ser seguida de nulas acciones.

Lo más lamentable de todo ésto, es que haya hombres y mujeres que se valgan de una tragedia de éste tipo para brillar políticamente, que salgan lamentando los hechos, tan solo para culpar a uno u otro partido, obviando que es la sociedad en su conjunto la que está sumida en la corrupción que hace imposible la aplicación real de la justicia. No, no se trata de echar culpas, sino de entender que estamos ante un problema social muy serio, que no se va a arreglar con un partido o con otro, se trata de entender que la mezcla más letal es la falta de empatía y la impunidad.

Como ya hemos planteado en éste espacio, los feminicidios son un problema mundial, pero en nuestro país se agravan con la enorme impunidad, donde también se les suman las desapariciones forzadas y no nos sorprenden conclusiones oficiales como “suicidios o accidentes” porque en el proceso de investigación, alguien le llegó al precio a cualquier eslabón de la autoridad y por eso hay tantas familias que llevan a cabo sus propias investigaciones, como las madres buscadoras que van con pala al hombro, investigando cada fosa a su paso. A eso nos hemos acostumbrado en éste país, a que sólo el que tiene dinero e influencias tendrá “justicia”, quien no lo tiene, tendrá que buscarla por sí mismo.

No sólo me parece una tragedia por la manera en que lo hicieron, sino por todos los que se están aprovechando de lo sucedido para figurar. No se trata de eso, se trata de buscar soluciones, de entender el problema de base y empezar desde casa a recobrar valores, pues mientras siga habiendo gente dispuesta a matar por dinero, seguirá habiendo quien les pague.

Se trata de entender que el activismo social es mucho más que salir a la calle con cartulinas o inundar redes sociales con llamativos hashtags, pues requiere ser congruentes con nuestros actos, no prestarnos a la corrupción, respetar la diversidad y actuar desde la unión como sociedad, independientemente de las banderas políticas. Se trata de entender que la sociedad se construye desde casa y que tenemos ésa enorme responsabilidad de formar seres humanos empáticos, tolerantes y honestos.

Espero de todo corazón, que éste hecho tan terrible, en verdad sirva para entender que nada, absolutamente nada, justifica quitarle la vida a alguien y que nos sorprendan las autoridades al demostrarnos que ésta vez, el “llegaremos hasta las últimas consecuencias” es real y que quien cobardemente mandó a hacer esto, lo pague.

A todos quienes verdaderamente lloran la muerte de Ceci, mi más sentido pésame.

¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.

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