Un sistema de contabilidad medioambiental se compone de una cuenta ecológica y de una cuenta convencional adaptada, misma que mide los impactos sobre el medio ambiente en términos monetarios

En opinión de la catedrática Luz del Carmen Díaz Peña, hoy en día, el área de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) desempeña un papel relevante e innovador en el mundo de las organizaciones, no solo en las entidades lucrativas sino también en las gubernamentales, asociaciones y cooperativas.

Cada día son más los agentes que gestionan y se preocupan por un cambio de clima organizacional con la finalidad de implementar la RSC y de integrarla como parte de su estrategia central, apegándose a normas y estándares internacionales como son la ISO 26000, SA8000 y AA1000. Esta última, conocida como “Accountabiity 1000”, busca garantizar la calidad de las rendiciones de cuentas, evaluaciones y divulgación sobre aspectos sociales y éticos de la gestión empresarial, brinda las herramientas para la comunicación y se ocupa del modo en que una empresa debe estructurar sus sistemas de comunicación, así como el modo en que estos sistemas se relacionan con los valores, objetivos y metas de la organización.

Los principios elementales de la RSC son la honestidad y legalidad, lo que significa que todas las operaciones en materia de responsabilidad social que la empresa implemente deben estar registradas oportuna y correctamente en su contabilidad y declararse en sus informes anuales y memorias de sustentabilidad.

A partir de esto se deriva un término novedoso: la contabilidad medioambiental o contabilidad verde o ecológica, la cual determina la cuenta de “utilidad” o “pérdida” más allá de un ámbito puramente monetario.

Un sistema de contabilidad medioambiental se compone de una cuenta ecológica y de una cuenta convencional adaptada, misma que mide los impactos sobre el medio ambiente en términos monetarios, mientras que la cuenta ecológica mide el impacto que una empresa tiene en el medio ambiente en términos físicos (kilogramos de residuos producidos, kilojulios de energía consumida, etc.) e identifica el uso de recursos, su impacto y sus costos, como pueden ser la limpieza de lugares contaminados, multas de carácter medioambiental, impuestos, compra de tecnología verde y algún tratamiento de residuos.

Así como toda organización tiene las cinco cuentas básicas dentro de su catálogo, la contabilidad ambiental también las maneja, pero a manera de subcuentas, por ejemplo, “activos fijos medioambientales” o “patrimonios medioambientales”.

Los costos y gastos medioambientales representan una importante partida, pues señalan objetivamente si forma parte del producto o servicio y qué recursos tienen relación directa e implicaciones medioambientales, como lo pueden ser un pago de la compra de servicios relacionados con la protección medioambiental, gastos de personal asociados en actividades de investigación y desarrollo con el medio ambientales y pagos realizados por multas o sanciones por personal encargado del cumplimiento de legislaciones especializadas.

La posibilidad de presentar la información contable en los diferentes estados financieros les permite a las empresas tener un mayor control de los recursos que se encuentran a su disposición para el desarrollo de su negocio, además de que propicia un mejor proceso de toma de decisiones empresariales. La incorporación de nuevas cuentas y subcuentas permitirá identificar de forma rápida y precisa las variables medioambientales o sociales de la empresa, lo que aporta un nuevo valor a la información contable.

Fuente: Revista Contaduría Pública.En:“Gestión Administrativa y Contable de las Empresas Socialmente Responsables”.Luz del Carmen Díaz Peña. Editorial Instituto Mexicano de Contadores Públicos, A.C.Número 554.Octubre de 2018. Págs. 10 y 11.

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