En Tlaxcala la trata de personas y el proceso histórico de proxenetización en las comunidades ha generado formas violentas de masculinidad regional relacionadas con la economía criminal como el sicariato, el huachicoleo, el huachigaseo, la delincuencia organizada y los grupos de restamistas de dinero que proviene de la explotación sexual de las mujeres, señaló la antropóloga Ixchel Iglesias González

Durante el foro “Prevención de la trata de mujeres y niñas desde el ámbito educativo”, la investigadora por el Ciesas desarticuló las narrativas y mitos en torno a este delito en Tlaxcala, que han ayudado a perpetuar social e institucionalmente la violación y comercialización de mujeres. 

Relatos que generados desde los 90s sobre el apoyo de los padrotes a la comunidad y las fiestas patronales, hasta el relato de la “mujer mala, la mamá luchona, la adicta al sexo”, se han colocado como discursos institucionales que desarticula las políticas públicas y el acceso a la justicia. 

Además, Ixchel Yglesias destacó que este delito en la entidad es instrumental y articulador de redes políticas y económicas. “Hay una interacción de la política, la económica y la industrialización con el proxenetismo y el crimen organizado. Tenemos evidencia de que muchos de los prestamistas de la zona sur y que se ha extendido a más de la mitad del territorio, han financiado negocios, prestado a transportistas, maquiladoras, a la industria y carreras políticas, ese es el interés de fondo por el que no se quiere atender el problema”. 

Señaló que incluso la estrategia internacional, sobre todo la de Estados Unidos, es un teatro porque saben que la trata de personas mueve muchos intereses y recursos. 

“Si no entendemos cómo se están generando estos mecanismos de proxenetización no avanzaremos en la prevención y erradicación de las violencias (…) Por otro lado, la negación de la realidad y de la violencia feminicida cuesta vidas de las mujeres tlaxcaltecas”, mencionó. 

Señaló que la naturalización de la violencia a través de las narrativas sociales e institucionales, han generado que las mujeres víctimas de violencia no denuncien. Por ejemplo, en San Pablo del Monte hay registro de casos de violación en escuelas, agresión sexual o acoso que no se denuncian por falta de confianza en las instituciones y porque la violencia se justifica con estos discursos sobre las mujeres. 

Lamento que el número de denuncias oficiales solo representa el 1 por ciento del problema debido a que las mujeres no tienen confianza en las instituciones para denunciar y los peritos no conocen la relación de la económica criminal para determinar los casos relacionados con la trata. 

“Este porcentaje puede ser alto o bajo pero es la punta del iceberg de los niveles de violencia sexual en el estado y de la trata, lo que muestra que es instrumental al control social, pues hay un toque de queda y las mujeres callan, no dicen nada (…) Gobiernos van y vienen, cambian los colores y los partidos, pero la narrativa es la misma, por un lado no existe y por otro lado dicen que sí se hacen diferentes acciones y minimizan con base en cifras que están disminuyendo porque no se garantiza la apertura de la carpeta de investigación”. 

De ese modo, Tlaxcala se mantiene como un estado proxeneta con deficientes políticas públicas para erradicar el delito, concluyó. 

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Foto: Especial

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