Julio César Salcedo Aquino, celebró la misa crismal para la bendición de los santos óleos y la consagración del santo crisma

El obispo de Tlaxcala, Julio César Salcedo Aquino, celebró la misa crismal para la bendición de los santos óleos y la consagración del santo crisma, a la que asistieron todos los sacerdotes de la entidad, en la Catedral de la Señora de la Asunción.

Durante la homilía, el jerarca de la iglesia católica sentenció que han sido dos años difíciles de pandemia que han dejado entre las personas desconcierto, soledad, carencias e incertidumbre.

Salcedo Aquino indicó que ante el fondo oscuro de la pandemia ha surgido un tiempo de gracia; las falsas seguridades que nos habíamos construido a través de la vida como afirma el Papa Francisco, se derrumbaron y este tiempo difícil nos ha ayudado a retomar nuestra mirada en Jesús puente de nuestra identidad sacerdotal.

También lamentó la muerte de sacerdotes debido a la enfermedad generada por el virus. «(…) fueron llamados a la presencia de Dios, a ellos nuevamente les agradecemos su fraternidad y su entrega pastoral a la diócesis”.

Resaltó que este jueves Santo la iglesia celebra dos nacimientos el de la eucaristía, “sacramento confiado a los apóstoles hagan esto en memoria mía y a través de ellos a la iglesia”, también celebra el sacerdocio ministerial por lo que en virtud del orden sagrado ejercen en la iglesia un servicio que solo los sacerdotes pueden realizar ante todo el servicio de la eucaristía.

La renovación del don que mediante la unión sacerdotal les fue confiado, “experimentamos una profunda alegría y nos sentimos agradecidos porque resuenan las palabras de Jesús ya no los llamo siervos si no amigos”.

Agregó que la renovación de las promesas sacerdotales, promesas de amor va unida al resto de la bendición de los santos óleos que manifiesta en los sacramentos de la iglesia la unción del espíritu Santo.

El obispo reconoció la labor de sacerdotes en cada una de las comunidades durante la emergencia sanitaria “gracias por su sí para dar la vida a Jesús, fuente de nuestra identidad sacerdotal y de nuestra alegría”.

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