La investigadora señaló que dentro de esta celebración “pudo muy bien la parte del Niño Jesús estar de alguna manera montada por la iglesia católica aprovechando las ceremonias que sucedían en este mismo período.


Según la Dra. Carmen Anzures y Bolaños, especialista del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) detrás de la “tamaliza” pervive una “acción de gracias”, que se remonta a los tiempos bíblicos en que el Día de Candelaria significa la culminación del ciclo de festividades de la Navidad dentro de la Iglesia Católica, pero una mirada a su celebración en México revela aspectos muy particulares que incluyen el sincretismo con ritos prehispánicos, convirtiéndose en una festividad compleja, pues en su esencia también se fusionan la fe hebrea, la cristiana, e incluso, cultos paganos provenientes de la Isla de Tenerife, en las Canarias.

Detrás de la “tamaliza” que deberán dar el 2 febrero quienes tuvieron la buena o mala suerte –según se vea- de encontrar al “niño” en su fracción de rosca, pervive una “acción de gracias” que se remonta a los tiempos bíblicos, cuando los primogénitos de los hebreos salvaron sus vidas del Ángel Exterminador, contrario de los hijos mayores descendientes de los egipcios. En recuerdo de este hecho, de acuerdo con la Ley de Moisés que se halla escrita en el Levítico, los judíos debían presentar a sus primogénitos en el templo, y sacrificar conforme sus posibilidades un cordero o un par de palomas blancas, los cuales no debían tener defectos.

Lo anterior se realizaba 40 días después del nacimiento del niño, cuando se consideraba que la madre había eliminado cualquier rastro de sangre producto del parto, antes de esto era considerada impura. Jesucristo, al ser judío, también fue presentado por sus padres, cumpliéndose así el lapso para el ritual si se cuenta del 25 de diciembre al 2 de febrero.

En el templo se encuentran al anciano Simeón, quien aún ciego reconoce que el niño que María llevaba en brazos era el Mesías. Y pronuncia hacia dios: Ahora sí me puedes llevar porque mis ojos han visto al salvador de Israel, que será gloria para Israel y contradicción para muchos; y dirigiéndose a la virgen: Y a ti una espada de dolor te atravesará el corazón.

“Eso es lo que ocurre en la presentación del templo y es lo que se conmemora el Día de la Candelaria, por una parte. Aquí en México el Niño Jesús se lleva a bendecir ese día, en otros países no lo hacen así, ni siquiera en España, y en general en Europa”.

En la Nueva España durante el proceso de evangelización, los franciscanos introdujeron entre otras cosas el nacimiento; de esa manera la representación del Niño Jesús se coloca en el pesebre el 25 de diciembre y pasados 40 días es necesario llevarlo a bendecir a la iglesia por quienes lo arrullaron la noche del 24.

Se trata de un compadrazgo. La investigadora señaló que dentro de esta celebración “pudo muy bien la parte del Niño Jesús estar de alguna manera montada por la iglesia católica aprovechando las ceremonias que sucedían en este mismo período (al inicio de febrero) en la época prehispánica, que para los pueblos mesoamericanos representaba la última parte de los 20 días de su calendario.

“Fray Bernardino de Sahagún relata en sus crónicas, que se realizaban sacrificio a los tlaloques, es decir los ayudantes (las nubes) del dios Tláloc, para pedir lluvia para las próximas cosechas. Para ello se les ofrendaban niños, los vestían de gala, y durante su ascenso sobre todo al conocido como Monte Tláloc, les hacían llorar como augurio de que habría agua en abundancia.

“Esto lo aprovecharon muy probablemente los evangelizadores y sobre una base que guardaba relación con los niños, empalmaron el culto cristiano. Los sacerdotes llevaron la imagen del Niño Jesús a los templos, y en la misa daban a conocer su significado, al paso del tiempo, con el cambio de las generaciones, el recuerdo de aquellas ceremonias prehispánicas fue diluyéndose”.

Sobre la costumbre de preparar e invitar los tamales, Carmen Anzures, detalló que antes de la Conquista, en Mesoamérica se comían distintos tipos de tamal en relación con las fiestas del ciclo agrícola; “para la de petición de lluvia eran elaborados con hierbas semiamargas –como penitencia o ayuno-, lo cual todavía permanece en algunas zonas rurales del centro y sur del país para que la siembra funcione”. La Fiesta de la Candela En Europa la conocida Fiesta de las Candelas o de las Velas, también se fusionó con los ritos anteriores.

Ésta tuvo su origen en la Isla de Tenerife, en las Canarias; “cuentan que por el siglo XIV unos pastores divisaron una imagen de madera con la forma de una mujer, quien llevaba recostado a un niño sobre su brazo derecho, y en su mano izquierda una candela o vela. “Como era costumbre entonces, a una mujer sola no se le podía hablar, así que le aventaron pequeñas piedras, y por consecuencia a uno de ellos se le paralizó la mano y a otro se le rompieron los dedos también de la mano. Comentaron esto a su gobernante, y éste les pidió que fueran por ella, y al momento de tocarla ambos quedaron curados.

A partir de ese momento empezó su veneración en la cueva donde apreció pero bajo el título de ‘La extranjera’. Pocos años después, cuando España comenzó su conquista de las Canarias, un niño de este lugar llamado Antón fue hecho prisionero, lo bautizaron e instruyeron en el cristianismo. Tiempo después al retornar a Tenerife y ver de nuevo a ‘La extranjera’, comentó a los nativos que esa imagen a la que adoraban era ni más ni menos que la madre de Dios. Se le llamó la Virgen de la Candelaria por la candela.

Aún en la tradición cristiana, el sentido de purificación tiene que ver también con el fuego, es decir, con la luz. “Así pues su devoción en España nació en las Islas Canarias y se popularizó especialmente entre los marineros que la tomaron como abogada y la izaron al lado de los timones, en las travesías hacia América. Por lo cual, en México no resulta extraño que sea en Tlacotalpan, Veracruz, donde tiene un arraigo especial”.

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