Una sentencia de hasta 43 años de cárcel podría recibir Fidel N. por el ataque con ácido contra Esmeralda Millán, quien durante 5 años ha luchado para que se le haga justicia.
La mañana de este miércoles 13 de marzo dio inicio la audiencia de fallo en contra de Fidel «N», quien intentó asesinar a Esmeralda en 2018.
«Ya se desahogaron todas las pruebas ante el Tribunal de Enjuiciamiento y esperamos que la jueza Rosalba Zarate emita una sentencia condenatoria contra Fidel que siga los más altos estandares en materia de DDHH de las mujeres y tome en cuenta la perspectiva de género y el debido proceso», destaca Carmen Sánchez, otra sobreviviente de violencia ácida.
La también activista dijo que la sentencia condenatoria será un momento histórico, pues será la segunda de su tipo en México y en América Latina.
Señaló que su abogada Yareri Ruiz y la Fiscalía General del Estado de Puebla solicitaron 43 años de prisión por el delito de feminicidio en grado de tentativa y por el delito de lesiones calificadas contra Verónica, la mamá de Esmeralda, quien también sufrió quemaduras en el momento del ataque.
Antes de ingresar a la Casa de Justicia de San Andrés Cholula, Esmeralda Millán dijo que la sentencia no significa que le van a reparar el daño físico que sufrió, pero sí le dará un sentimiento de paz.
«Nadie podrá reparar» lo que un día fui, dijo al recordar que se ha tenido que someter a muchas cirugía para poder vivir con dignidad, pues apenas después de la agresión su vida estuvo en peligro por quemaduras graves en vías respiratorias.
«Las cicatrices las llevo muy adentro, pero espero que hoy me regalen un poquito de paz».
Esmeralda también admitió que le costó mucho alzar la voz, aguantar críticas. «Se burlaban de mi, de mi físico».
Esmerada Millán de 30 años, quien en diciembre de 2018 fue atacada con ácido por su expareja sentimental Fidel N. –y otros tres hombres, es madre de dos menores de 11 y 13 años de edad.
Ella decidió separarse de Fidel N., debido a que era violento y privilegió su bienestar y el de sus hijos, sin embargo, una semana después fue rociada con ácido cuando salía de su domicilio en Misiones de San Francisco, conjunto habitacional en Coronango.
“Había mucha violencia, mis hijos ya estaban grandes y ya veían todo, decidí separarme, pero él no aceptó eso y me amenazó; me dijo que ‘si no era de él no era de nadie’. A la semana me agredió (mi mamá y yo) íbamos al baño de vapor y fue que nos agredieron las cuatro personas”, recordó.
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