Pidieron difundir las consecuencias que tiene este delito en lo penal, lo afectivo, económico y social para los hijos.

La violencia vicaria se vive en varios países de Latinoamérica pero no se nombra, ni se conoce en algunos países como la República Dominicana, dijo Mayra Pinales, jurista de ese país y ponente en la conferencia “La Espiral de la Violencia Vicaria” convocada por la organización Valdivia Márquez.

Esta es la segunda mesa redonda que se realiza mediante un Facebook Live, donde se debatió que el termino de violencia vicaria debe difundirse más para que las mujeres, a las que se les impide maternar, conozcan que se trata de un delito.

“Ellos quieren seguirnos violentando. No solo es el momento en el que nos arrebatan a los hijos y no podemos verlos. Eso empezó antes cuando nos violentaron económicamente, psicológicamente y hasta físicamente. Ahora hemos aprendido que esta violencia repercute en los hijos. No es lo mismo una madre violentada que una mujer feliz y libre”, dijo Jennifer Seifert Braun sobreviviente de violencia vicaria.

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Añadió que la mayoría de mujeres que sufren violencia vicaria son denunciadas por sus ex parejas por fraude, violencia, adicciones, y cualquier delito que les impide estar con sus hijos.

“Todo esto lo hacen bajo el amparo de la Ley. No hacen sufrir terrorismo legal y así pasan años, nos llevan al límite y nos hacen creer que estamos locas, algunas compañeras de lucha se quitan la vida al no poder más”, dijo.

La presidenta de la organización de Madres Amorosas Cam Cai, Dulce Mildred Sainz, dijo que de acuerdo con las estadísticas una mujer con menor grado de educación tarda unos ocho años en salir de la violencia vicaria, mientras que las que cuentan con licenciaturas o grados mayores de estudio, se tardan hasta 13 años.

“A las mujeres con mayor preparación les da pena que sepan que son violentadas de esta forma por su pareja”, dijo.

También señaló que necesitan de mayor apoyo mediático para que se conozca ese delito y las consecuencias que tiene no solo en lo penal, sino en lo afectivo, económico y social para los hijos, porque los menores son las víctimas colaterales de este delito.

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