También lo refirió la Unión Europea en su proyecto “Economías Inclusivas Puebla” dentro del foro de inclusión económica
Los procesos de empoderamiento y autonomía de las mujeres están en permanente construcción, sin embargo la persistencia de la cultura patriarcal y expresiones de violencia intrafamiliar son una “amenaza” para el trabajo colectivo de mujeres indígenas.
Así lo refirió la organización Oxfam México y la Unión Europea en su proyecto “Economías Inclusivas Puebla” dentro del foro “Avances y retos de política pública para la inclusión económica de las mujeres rurales”.
Dicho proyecto inició en 2018 con el objetivo de fortalecer 17 iniciativas lideradas y conformadas mayoritariamente por mujeres en comunidades con vocación indígena como Jolalpan, Tlapanalá, Hueyapan, Ixtacamaxtitlán, Cuetzalan, Xochitlán y Huehuetla.
Las iniciativas están dedicadas al arte textil, producción agropecuaria, producción herbolaria y de servicios, a las que se les otorgó un financiamiento directo y se fortalecieron sus capacidades.
Sobre las barreras que enfrentan las mujeres rurales al emprender proyectos económicos, Alexandra Haas, directora ejecutiva en Oxfam México, señaló que la desigualdad es más grave para las mujeres porque enfrentan barreras de discriminación por género.
Y es que, la mayor parte no son propietarias de algún bien que les permita el empoderamiento económico y suelen llevar la carga de cuidados del hogar que no les genera una remuneración además que son susceptibles de sufrir violencia en centros de trabajo y sus hogares.
Consideró que es necesario diseñar políticas públicas y programas que alienten la autonomía económica y el empoderamiento.
Asimismo, el cambio de roles tradicionales de la cultura patriarcal, pues a través de las presiones de la familia se limita el trabajo productivo remunerado de las mujeres, que se ven obligadas a hacerse cargo de las tareas de cuidado y reproducción familiar, donde además son objeto de violencia intrafamiliar.
Entre las iniciativas, destacó los colectivos Chiwik, Sohuame y Tamachij en Hueyapan, cuyas artesanas se incorporaron a un proceso formativo de elaboración de prendas desde el teñido, amarre, bordado, puntada antigua y creación de nuevos diseños, así como el cálculo de sus costos para su comercialización.