Mauricio Garmona: El actor que escuchó la voz de un dios.

En el encuentro de Teatro Comunitario de la Región de los Volcanes, Mauricio Garmona escuchó por primera vez la voz de un dios. Pocos mortales pueden escucharlas o pocos descubrir a temprana edad su vocación. Primero fue en 1994 durante la exposición del pintor Jean Charlot que organizó Verónica Rascón Córdoba, esposa del gobernador José Antonio Álvarez Lima.

A la exposición llegaron artistas y la actriz Gloria Miravete que vio en Mauricio lo que él llama «la intuición teatral».

Más tarde, tras la inauguración del Centro Cultural «La Libertad de Apizaco«, Gloria invitó a Mauricio Garmona a colaborar en los talleres culturales donde esa intuición se desarrolló durante tres años.

Ahora Mauricio tiene 20 años como actor con 300 representaciones con la obra del dramaturgo morelense, Alejandro Román, «Tiradero a cielo abierto», un monólogo sobre los últimos años de vida de un tratante de cualquier municipio de Tlaxcala.

Los monólogos le sientan bien Mauricio, en el encuentro de teatro Comunitario de la Región de los Volcanes, aquel en el que escuchó la voz de los dioses, Mauricio Garmona presentó el monólogo La Luna. Al concluir, los miembros de las otras compañías lo cargaron en hombros. «Fue en ese momento cuando una divinidad teatral me dijo ´estás atrapado´.

Esa divinidad puedo haber sido Dionisio que es el dios del vino, de la fiesta y del teatro, desde entonces me sentí apasionado, atrapado e irreconciliable con otra área que no fuera el teatro», dice en entrevista.

Después de los tres años en La Libertad, Mauricio se matriculó en la UNAM en 1997; egresó en 2002 y a partir de 2003 empezó a dar clases de teatro en el Centro Universitario; sin embargo, su interés siempre fue regresar a Tlaxcala para dejar algo de lo que había aprendido entre los dos volcanes y su maestra Gloria Miravete.

Antes de regresar a la entidad participó en las compañías Carro de Comedias de la UNAM, Tapioca Inn, Los Endebles, La Biznaga Teatro, La Máquina del Teatro y fundo la compañía Teatro Vientos, para que en 2010 concluyera con esa larga labor y en 2011 montara Tiradero a Cielo Abierto.

¿Cómo te involucraste con temas sociales como la trata de personas?
«Descubrí el tema de la trata de personas en 2010 cuando sale la convocatoria en Tlaxcala para escribir, montar y actuar una obra con motivo del centenario y bicentenario de la Revolución e Independencia Mexicanas, escribí en ese entonces la obra ´Tlaxcala huele a Revolución´, pero fue en la investigación cuando descubrí que existía el tema».

A la par, en pocos días en la prensa nacional explotó el tema de trata de personas y pederastia que protagonizaron el ex gobernador de Puebla, Mario Marín Torres y el empresario de la mezclilla, Kamel Nacif, que culminó con la detención arbitraria de Lydia Cacho que publicó Los Demonios del Edén.

«Cada quien adopta una identidad artística, alguna identidad cultural y una identidad social y también una reflexión al respecto; en ese sentido yo me identifiqué con los problemas sociales y derechos humanos y decidir decir algo después de descubrir la magnitud del problema».

Tiradero a Cielo Abierto lleva 300 representaciones en todos los estados de la república; en 2016 estaba programado su estreno en el Teatro Xicohténcatl pero después de un largo recorrido en escenario independientes, la función fue cancelada y su participación en la escena institucional se redujo. Desde escenarios independendientes ha dado voz al tratante de personas que se ha adaptado a todas las regiones del país, y Tiradero a Cielo Abierto lo ha mantenido relacionando el arte escénico con las sociedad civil y las comunidades de muchos municipios de la república.

¿El arte sirve para generar conciencia social sin convertirse en panfleto con Tiradero?
«Mi personaje es un proxeneta a punto de morir, un poeta trágico de su propias circunstancias que se da cuenta de su realidad, logra lo que Aristoteles señala como el momento de la conciencia de sí mismo y del entorno, en ese momento el espectador comparte esa conciencia.

El proxeneta que perdió todo se da cuenta del mal que ha provocado; en ese sentido, el arte refleja lo que somos y los que lo ven ya no vuelven a ser los mismos, algo, aunque sea muy pequeño, cambió en su vida y entonces empiezan a preguntarse y a cuestionar su entorno». Encontramos a Mauricio Garmona visitando Tlaxcala para instalar el «Laboratorio propedéutica, teoría y praxis del arte escénico» dirigido a quienes buscan profesionlizarse en teatro.

«El objetivo es darles las herramientas de una manera sólida, la propedéutica para que salgan a buscar una oportunidad en todas las escuelas profesionales.

Es una metodología, un marco teórico, con antecedentes y la genealogía del actor y el teatro que construí en 15 años de enseñanza.

» Desde el momento en que descubrió su vocación en el encuentro de teatro y su relación con la escena, Mauricio Garmona tiene claro los objetivos de formar a jóvenes y ayudarlos a descubrir su vocación y hacer teatro incómodo por su contenido social.

«Tengo claro que en este momento hemos dado muchos pasos hacia atrás, y la lucha que las mujeres están planteándole a la sociedad en cuestión de igualdad repercute en la violencia contra ellas, esos son temas que en el área artística y de creación yo trato de entender para poderlas enseñarlas a la gente».

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