Las facultades son muchas y las obligaciones son casi morales, muy pocas legales y sin sanciones efectivas, si no se cumplen.


El próximo 30 de abril de facto se acaba la LXIV Legislatura de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, con la finalización del Segundo Periodo Ordinario de Sesiones del Tercer Año de Ejercicio.

Si no hay ningún extraordinario, no volverán a pisar el histórico Salón de Plenos del Palacio Legislativo de San Lázaro muchos de los legisladores que hoy están en funciones.

Luego de casi tres años del actual ejercicio, que comenzó el 1 de septiembre de 2018, es de suponerse que los 500 o la mayoría de ellos y ellas, personas que hoy ocupan una curul, algo deberían saber ya del proceso legislativo, pero sobre todo de las facultades y obligaciones que tienen como diputados.

Las facultades son muchas y las obligaciones son casi morales, muy pocas legales y sin sanciones efectivas, si no se cumplen.

Las dos, facultades y obligaciones, conforman las tareas de los diputados federales, que son en esencia y en resumen tres: la legislación (hacer y aprobar reformas a las normas y realizar las leyes mismas), la fiscalización (vigilar la correcta aplicación de los recursos públicos federales) y la gestión (de recursos y obras para los territorios que representan: distritos, los de mayoría relativa, y entidades o circunscripciones, los plurinominales).

Cualquier estudiante de preparatoria que haya puesto atención a sus libros y a sus clases sabe eso. Es elemental. Se supone que lo deberían conocer de sobra todos y todas las diputados y diputadas. Pero lamentable y vergonzosamente no es así.

Es el caso de la diputada del Partido del Trabajo (PT), representante del Distrito 14 Federal, de la Mixteca, Nelly Maceda Carrera, quien llegó a San Lázaro por accidente, empujada por la popularidad del Tsunami Lopezobradorista de 2018, de la alianza Juntos Haremos Historia, sin capacidad, sin conocimientos y sin merecerlo.

Esa curul, inicialmente, era para el líder migrante Carlos Orea, con trabajo social de muchos años en Los Angles, California, y con quien se puede o no estar de acuerdo, pero es sin duda un genuino representante de los paisanos. Sin embargo, se requería el género femenino en esa demarcación, y el mismo Orea impuso a Nelly. Luego se arrepintió.

Ella, de quien omitiré su pública leyenda negra personal, para no acercarme siquiera a la violencia de género, exhibe hoy, como antes, su ignorancia en temas legislativos, a pesar de ser diputada federal.

Al festejar la votación sobre la reforma eléctrica lopezobradorista, Maceda Carrera escribió este miércoles en Facebook: “Día histórico para los Mexican@s. Con 304 votos a favor, 179 en contra y 4 abstenciones DE LA NEFASTA, RIDICULA Y TRAIDORA OPOSICION, se aprobó en lo general la reforma a la ley eléctrica propuesta por el presidente #AMLO. Ya no más imposiciones de las empresas privadas y extranjeras en contra de la voluntad y los intereses del pueblo Mexicano. Ahora más que nunca #La4TransformaciónVa” (sic).

Hasta ahí, no se trata más que de una proclama escrita con simpleza en su sintaxis. En la publicación, que acompañó con una fotografía al lado de José Gerardo Rodolfo Fernández Noroña, el conocido diputado también del PT, hubo varios comentarios. Juan Carlos Lucero le escribió, a manera de reproche, a esta legisladora a quienes acusan de no trabajar: “y cuándo para tu Distrito, Diputada. Aunque sea algo que tú hayas gestionado”.

La respuesta de Maceda fue de antología: “nosotros somos legisladores no gestionamos recursos un saludo” (sic). De la hilaridad por su ignorancia supina, hay que pasar a la enorme indignación. No lo sabe Nelly Maceda, pero las tres tareas de los diputados, legislar, fiscalizar y gestionar, están contenidas en la Constitución General de loes Estados Unidos Mexicanos. Legislan, por obviedad, por su intervención en la realización, diseño, aprobación y modificación de leyes.

Son fiscalizadores, porque la Auditoría Superior de la Federación (ASF), por poner un ejemplo fácil de entender, que revisa la correcta utilización de los recursos públicos federales, depende de la Cámara de Diputados. Tal vez ella no lo ha notado, pero existe una Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación en San Lázaro.

Y finalmente, en el Artículo 74 Constitucional, se especifica que los diputados tienen como facultad exclusiva (en eso no interviene formalmente el Senado de la República) la aprobación cada año del Decreto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), en donde se contiene el destino y montos en que se gastará el dinero público.

En el proceso de “previo examen, discusión y, en su caso, modificación del Proyecto enviado por el Ejecutivo Federal” -dice el artículo- es que los diputados federales se convierten en gestores, lo que niega Nelly. Es su obligación llevar recursos a sus distritos.

Al menos, intentarlo. De sobra está decirlo, la Mixteca, que ella representa, es una de las regiones más pobres del estado y del país, y es el distrito territorialmente más extenso de los 200 en que se divide México.

Por supuesto que hay ahí muchas necesidades y rezagos. Pero ella, luego de tres años, acaba de enterarse que debía ser gestora de sus paisanos mixtecos. Sin embargo, nos deja una contundente lección: que la Cuarta Transformación (4T), que tiene sus bondades, trajo también a una horda de improvisados al poder, que no aportan nada. Que nos ocurra una vez es un lamentable accidente. ¿Pero dos?

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