Bueno, hasta los testigos de Jehová aprovecharon ésta crisis para ganar nuevos adeptos casa por casa vendiendo el Coronavirus como un síntoma más “de nuestros últimos días“.
Para un montón de poblanos la “Nueva Normalidad” se entendió y se vive como en un meme. Alguien dijo: culminó el decreto de “Sana Distancia”. Se entendió: “salgan todos en manada” y como en estampida tomen el espacio público y luego sálvese quien pueda.
Cuestión de suerte.
Pésima interpretación, como todo y como siempre.
Era quincena y al no haber plazas para tirar blof, qué mejor idea que salir a pasear al súper y tomar el aire fresco del departamento de las frutas y verduras o qué tal, socializar en salchichonería.
Inspirador.
Se entiende que casi tres meses de no gastar en banalidades, al ser humano le urja una pantalla nueva, el celular de última y el sonido surround que le faltó a su encierro. Bendita cuarentena, que de lo contrario ni lo hubiese notado.
Así el área de electrónica vaya y compruebe usted, abarrotada.
Ah! es por el día del padre y por las promociones, me aclaró un “alguien” ante mi sorpresa.
Ya decía yo, que no era un desafío humano a la emergencia mundial de salud pública, no, no, qué exagerada, no es desobediencia, no es la actitud de valemadrismo, irresponsable yo, que imaginé una época en la que el mundo vivió aterrado por el Covid-19. ¡Qué va! estoy alucinando.
¿No me cree? Visite el supermercado y pensará que todo se trató de un meme.
Las familias salieron enteras a la calle, al súper. Sin distinción de estrato social, mamá, papá, los hijos y hasta los abuelos arman su tertulia en los pasillos junto al fresco aroma a croquetas para perro, entre pastas, el papel de baño perfumado, gelatinas, frijoles enlatados, pañales o detergentes.
Qué peculiar, ésta nueva normalidad alcanza para elegir ambiente y aroma para el coloquio. ¡Qué chic!
Con el cubrebocas de bufanda, chocan entre pasillos los carritos atascados de pan, refrescos, jamón y chelas.
Desfila moda y el nuevo outfit con el tapaboca más nice por un paquetito de toallas sanitarias o por un bolsita de galletas light que sólo venden en ese sitio. Ah, será por eso.
¡Vaya! que una pandemia, que un virus muy contagioso, ¿eso qué?
Hay demostradores de telefonía, de yogurth, de salsas y de café en cápsulas, supongo que porque eso urge, obvio urge, la gente no sabría cómo elegir por sí misma sobre sus necesidades de compra tras el encierro y pues para eso se necesitan personas que se jueguen la vida realizando una acción tan temeraria ante la emergencia mundial que se vive.
Ah, no, en su realidad no, lo olvidaba.
Así que, pese a que el Coronavirus ha cambiado en un chasquido nuestro ir y venir y el Covid habita donde vamos, donde llegamos, pisamos y pensamos, hay quienes parece que dijeron en sus marcas, listos, fuera y corrieron todos no sabiendo ni a qué, ni a dónde.
Bueno, hasta los testigos de Jehová aprovecharon ésta crisis para ganar nuevos adeptos casa por casa vendiendo el Coronavirus como un síntoma más “de nuestros últimos días“.
Algunos gimnasios ya operan clandestinamente y se presumen en historias del facebook aquellos locos por el fitness bajo la leyenda “seguiremos dándole con todo” “la muerte es digna si es entrenando” o “el ejercicio mata la batería” “porque somos warriors”
Los pedicures urgían, la falta de acrílico en las uñas nos quitaba el sueño, las pestañas se volvieron necesidad primaria ahora que los cubrebocas nos dejaron los ojos como única ventana. Claro, son cosas que apremian.
Mucha gente corrió a la calle en bola y como en estampida y no porque viva al día, no porque se obliga al trabajo. Ignorancia dicen algunos, irresponsables, les llaman otros, falta de información, que si no creen en los medios, que si son cosas del gobierno, que si en la televisión se mira a un Presidente sin precauciones, que saluda a la gente y dice que él no se enferma. Será indiferencia, reto a la muerte o tal vez es el machismo el que dicta que en México “nadie se raja”. Cultural, le llaman.
Se rompe el confinamiento y nuestras medidas de sobrevivencia individual se oponen nuestra forma de vida colectiva. Como si fuese cuestión de suerte, como en un juego de ruleta rusa.
Mediante una comparación de estadísticas, un reporte llamado Community Mobility Reports en los que se observan los países de Latinoamérica que han reducido su movilidad por la cuarentena de la pandemia del Conoravirus Covid-19, México es el que menos lo ha logrado, mientras las calles de países como Bolivia, por ejemplo, presumían una baja del 80% de tránsito, seguidas Colombia, Argentina, entre las menos afectadas.
En el listado de la región, después de México, sigue Ecuador y Brasil, entre los más desobedientes, fuertemente golpeados por la pandemia, al no respetar el “Quédate en casa»
En el semáforo del rojo ardiente, en el pico más alto de la epidemia, ojalá que una muy buena razón nos saque de casa. Si usted puede sobrevivir a una pandemia sin cápsulas de café y al netflix sin el sonido sorrund, por favor siga quedándose en casa.