Alberto García Díaz, de 80 años, emprenderá el viaje de su vida para reencontrarse con su hijo, quien dejó San Luis Tehuiloyocan siendo solo un adolescente

Desde el pueblo de San Luis Tehuiloyocan, ubicado en el municipio de San Andrés Cholula, Alberto García Díaz, de 80 años, viaja a Nueva York para reencontrarse con su hijo Gerardo García Gutiérrez, luego de estar 25 años separados por la distancia. Esto como parte del programa «Juntos otra vez» implementado por el Gobierno del Estado de Puebla.

En entrevista especial para Urbano Noticias, la esposa de Alberto, Gregoria Gutiérrez Capulín, señaló que no ha sido fácil estar sin su hijo todo este tiempo, aunque también reconoció que fue más grande la necesidad.

Entre lágrimas, Gregoria, de 68 años, dijo que hace 25 su hijo tomó la decisión de irse para sacar adelante a su familia, pero sobre todo a su hermana, Nayeli.

«Mi hijo se fue a Estados Unidos para que no le faltara nada a mi hija. Ella necesita el apoyo porque tiene una discapacidad, tiene parálisis cerebral y una epilepsia parcial, entonces requiere mucho apoyo para que salga adelante».

Nayeli tiene distintas necesidades, entre ellas, zapatos especiales que debe cambiar cada 6 meses para evitar ámpulas en sus pies.

Gerardo no conoce en persona a su hermana, pues cuando se fue, ella solo era una bebé, por ello, este reencuentro con su padre, Alberto, será una importante forma de unir a la familia.

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La madre del poblano migrante comentó que hoy en día dependen solo de su hijo, ya que lo que ella obtiene vendiendo dulces no alcanza para vivir. Nunca pudo darles mucho a sus hijos, razón por la cual Gerardo tuvo que dejar la secundaria a corta edad para trabajar y, luego, emprender el viaje a la Unión Americana.

«A él ya no le di estudio, él estaba en la secundaria y por no poder pagar me lo sacaron. No teníamos dinero, nunca lo lleve a pasear, nunca tuve dinero porque nosotros trabajábamos de jornaleros en casa ajena», recordó.

Sin embargo, se dijo contenta y orgullosa de la persona en la que se ha convertido su hijo a pesar de las adversidades.

«El está contento, es bien bueno. Mis hijos les doy gracias a Dios que los eduque desde chiquitos, a año mejor fui grosera con ellos, dura, pero doy gracias a Dios que no son borrachos. No tienen ningún vicio, el vicio es del trabajo nada más. Me siento re contenta, muy feliz de la vida».

Actualmente, Gerardo tiene 40 años y trabaja en un restaurante de comida rápida; durante este tiempo ha formado una familia con la que vive en el barrio del Bronx de la llamada «Gran Manzana».

Hoy, Alberto, pese a sufrir una discapacidad en la cadera tras ser atropellado hace tres años, se dirige al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, donde abordará el vuelo que lo llevará al encuentro con su hijo, quien le envió 6 mil pesos para afrontar este viaje.

«Gerardo, allá espérame mañana primero dios» dijo ansioso don Alberto, quien cerrará así un distanciamiento de prácticamente un cuarto de siglo, una oportunidad para volver a ver a su hijo y conocer por primera vez a sus nietos.

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