Cuando las mujeres valemos madres, fue el título de la lectura que hizo la académica Teresa Pliego


Escritores mexicanos  unieron sus voces en un “Homenaje a Patricia Mora”, asesinada luego de ser torturada en el municipio de Zacapoaxtla y coincidieron en reprochar que la vida de las mujeres en México “vale madres”.

Reunidos en la Casa Refugio Citlaltépetl en la Ciudad de México, María Teresa Pliego, Carmen Boullosa, Juan Villoro, Lucía Melgar, y el hermano de Patricia, Jacobo Mora Herrera, rindieron un acto de memoria de la maestra de matemáticas cuya violenta muerte no ha sido considerada feminicidio, dado el peritaje alejado del Protocolo de Género, levantado por la Fiscalía General del Estado.

“Cuando las mujeres valemos madres”, fue el título de su lectura de la académica Teresa Pliego que calificó a la extrema violencia de las mujeres como  “un sismo cotidiano” que sacude con la intensidad de 7 niñas, adolescentes y mujeres asesinadas al día.

A la ola feminicida en el país la refirió como una “tragedia negada y oculta”  con “escombros invisibles” que val del control absoluto al exterminio de feminidades en una suerte de misoginia oculta.

En la exposición de la escritora, el reclamo tenía como remitente a la sociedad “¿Por qué no nos volcamos a las calles a pedir justicia, en otras circunstancias somos solidarios, cuando la tragedia es natural, pero cuando es producto de la misoginia y el sadismo, todo permanece en silencio, sólo nos avocamos a aceptarlo”.

Se refirió al tejido social hecho pedazos un estado corrupto e ineficaz, donde dijo,  la vida de todos vale madres, sobre todo, la vida de las mujeres, pues cada asesinato, sufre además la impunidad y la indiferencia de autoridades y de una sociedad que se refleja en un espejo feminicida donde no soporta mirarse.

“Casos aislados”, “dónde andaría”, “ella se lo buscó”, “le sucedió porque caminaba por el lado oscuro de la acera”, “no es de mi familia, eso no nos pasará a nosotros”, — fueron las fases que leyó la escritora revirando al público—  “¿de veras usted crees eso?”

“La tierra se sacude de la violencia asesina, pero más de la impunidad. Se debe exigir justicia en todos los rincones del país. Basta de salvarnos culpabilizando a las víctimas y abonando a su asesinato simbólico”.

Insistió en que el feminicidio no es un delito sino una tortura al  sexo femenino. “Los asesinos lograron feminiciar a la Ley y también violarla , lograron que las mujeres valieran madres. Una mujer asesinada y la ley convertida en letra muerta… dos ganancias delegadas  en un mismo acto… ¿quién podría detenerlos?

En su turno, el escritor Juan Villoro llamó a la urgencia de tomar las calles y emular el movimiento americano  #me too  “yo también” para denunciar la ola de muerte, misoginia e impunidad que cruza al país.

Acusó una “indiferencia militante” de la sociedad “Es una pasividad que no requiere de esfuerzo, para protegerse de cualquier responsabilidad de participar, luchar contra este fenómeno y preferir ser un avestruz, escondiéndose del hecho”.

Declaró que las mujeres son asesinadas por su condición de mujeres porque socialmente se ha adquirido una posición “desechable”.

Citó estudios que indican que los asesinatos de mujeres son vistos como “un efecto colateral de la industria de las maquiladoras”, “un saldo posible”,” una cuota aceptada”, que eventualmente se convirtió en esa maquinaria de la destrucción.

“El 32 por ciento son asesinadas en su propio domicilio, algo que no ocurre con el asesinato de los hombres. De los 9 mil 581 asesinatos sólo mil 800 son calificados como feminicidios, como en el caso de Patricia Mora, según el peritaje presentado”, reprochó Villoro lamentando la actuación de autoridades sumidos en una impunidad absoluta.

El autor de “El testigo”, cerró su participación con el poema de Rosario Castellano del que resaltó su condición profética de las escenas que luego cumplirían el presagio del poema “Destino”.

“Una mujer camina por un camino estéril/rumbo al más desolado y tremendo crepúsculo./Una mujer se queda tirada como piedra/enmedio de un desierto/ o se apaga o se enfría como un remoto fuego./Una mujer se ahoga lentamente/en un pantano de saliva amarga./Quien la mira no puede acercarle ni una esponja/con vinagre, ni un frasco de veneno,/ni un apretado y doloroso puño./Una mujer se llama soledad./Se llamará locura”.

Lucía Melgar, integrante de la cátedra Unesco, aseguró que la justicia demandada es la misma de hace 20 años y la exigencia no ha cesado desde entonces.

La impunidad es un mensaje de que la muerte violenta de una persona no importa. cada muerte debería ser un duelo nacional”, asentó.

El evento en memoria de Patricia Mora titulado “Las Voces de Patricia” terminó liberando el llanto de su hermano Jacobo en el escenario.

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