Entre los colaboradores cercanos de Mario Marín, entonces gobernador de Puebla, destacaba Valentín Meneses Rojas, su amigo y director general de Comunicación Social.


El 13 de febrero de 2006 fue lunes, la víspera del Día del Amor y la Amistad, el día previo al nacimiento del góber precioso.

Entre los colaboradores cercanos de Mario Marín, entonces gobernador de Puebla, destacaba Valentín Meneses Rojas, su amigo y director general de Comunicación Social El Vale, como le decían o dicen sus amigos, había acompañado a Marín en la Presidencia Municipal de Puebla, y el 14 de febrero es su cumpleaños, por lo que organizó una comida en el restaurante La Conjura, localizado en el Centro Histórico.

La sobremesa fue larga, botellas de diferentes vinos y licores sirvieron para brindar. Llegó la noche y el festejado quería seguirla. Recibió la venía de su jefe, del entonces primer mandatario de la entidad. Todos los demás tomaron la decisión de irse a descansar.

Al otro día estaba programado el informe del presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ). Pocos saben cómo terminó el festejo; pero, requirió un esfuerzo sobrehumano. A la mañana siguiente, el entonces secretario de Gobernación, Mario Montero Serrano, fue el primero en enterarse del escándalo.

En el periódico La Jornada se daba cuenta de la grabación de una conversación telefónica entre Mario Marín y el empresario Kamel Nacif Montero le habló a Valentín, quien prácticamente contestó entre balbuseos. Le contó lo que publicaba en el tabloide. No hubo reacción inmediata, volvió a hablarle. Nos están partiendo la madre, le dijo.

Para entonces, ya no sólo La Jornada tenía la información. La grabación ya se oía en estaciones de radio y llegaría a las televisores, Valentín trató de reaccionar.

Para entonces, Marín salía del TSJ. Lo interrogaron, pero no sabía realmente de qué se trataba. Entre otras cosas, dijo que no atendía chismes, sin saber que su voz estaba en todos lados.

A medio día, Valentín intento defender al gobernador y en un resbalón de antología, en cadena nacional, dijo que Marín y Kamel todavía tenían el espíritu navideño, debido a que el empresario había prometido dos botellas de cognac al gobernador, tras el favor de haber detenido a la periodista Lydia Cacho.

El chiste no pegó, dirían los estandoperos. Nunca quedó claro si el libanés se refería al licor o a otra cosa, aunque algunos dijeron que era referencia a dos menores de edad. A medio día, Marín ofreció una conferencia de prensa para negar lo innegable. Decía que la grabación estaba editada.

La frase ante reporteros: Es mi voz, pero no es mi voz, quedó para la posteridad. El góber precioso había nacido. Era un mote para toda la vida. Un sinónimo de corrupción.

Y recuerde: Nadie es completamente bueno ni completamente malo.

PD Trataré de retomar esta columna, trataré

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *