Tlaxcala nunca ha tenido una oficina que atienda a las comunidades indígenas, lamentó el alcalde

En Ixtenco sólo persisten 300 personas de origen indígena, que representan el cinco por ciento de la población adulta de este municipio, lo que habla de la extinción de estos pueblos y de algunas de sus tradiciones, por lo que está en peligro de extinción la lengua Otomí esencialmente, ya que la parte cultural aún se conserva gran parte de esas costumbres ancestrales que son transmitidas de generación a generación, lo cual no sucede con el habla.

El presidente municipal Renato Sánchez Rojas, explicó que durante su gestión tiene pensado implementar acciones encaminadas al rescate de esa lengua que se perderá, pero si es una situación qué atenderá de manera urgente, pues de acuerdo a un estudio en el 2010 se contabilizaban 480 hablantes.

En este orden apuntó que también se hizo un comparativo nacional con las entidades que contaban con una institución que atendían a los pueblos indígenas, y se perdía dos veces menos la lengua donde existían oficinas de la Comisión Nacional para el Desarrollo de Pueblos Indígenas que donde no había atención.

En este sentido lamentó que Tlaxcala nunca ha tenido una oficina que atienda a las comunidades indígenas “yo creo que ahí hay una tarea que sigue siendo importante; lo (trascendental) es que esté en la agenda de gobierno, si no lo está, no existen; puede haber una intención; pueden estar en el discurso, pero si no está en la agenda de gobierno, no existen, esa es la verdad”.

En este contexto consideró que uno de los programas más exitosos para conservar estas tradiciones culturalmente hablando, fue el de “Pueblos Mágicos”, pues todos los que han sido catalogados así son pueblos originarios, es decir la tradición, la riqueza cultural de México, reside en los pueblos originarios, pues son los depositarios de la riqueza cultural de nuestro país, por eso son mágicos.

Destacó que los creadores de Ixtenco, fueron propuestos por la Secretaría de Cultura del Estado de Tlaxcala, para la realización de la ofrenda ceremonial en Xcaret, donde cada año tiene lugar el festival de la vida y la muerte, un espectáculo cultural internacionalmente conocido y visitado por miles de turistas.

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