Nadie sabe cuándo empezaron a colocarse en esta zona, donde es posible ver la ciudad y los volcanes, y desde donde es posible ver los atardeceres con tonos rojizos singulares

A los pies del Fuerte de Guadalupe, en la Unidad Cívica Cinco de Mayo de esta capital, está el barandal de los candados del amor.

Como sucedía hasta 2018 en los puentes de Paris que cruzan el río Senna, los candados regularmente tienen tallados o pintados los nombres o las siglas de los enamorados.

Nadie sabe cuándo empezaron a colocarse en esta zona, donde es posible ver la ciudad y los volcanes, y desde donde es posible ver los atardeceres con tonos rojizos singulares, aunque a las espaldas el recuerdo histórico nos remita al día 5 de Mayo de 1862, cuando se enfrentaron los ejércitos de Francia y México.

Los candados penden de los cables de acero que definen el límite de la zona peatonal, justo antes de iniciar la curva para recorrer el perímetro del inmueble religiosa habilitado como fortaleza militar hace casi 160 años por el general Ignacio Zaragoza.

El amor no es nuevo en esta parte de la vialidad, sobre todo en la parte más alejada a la explanada de La Victoria, cerca de la colonia Xonaca, donde la noche acumula automóviles a estacionarse y la media luz del alumbrado pública invita a multiplicar reuniones íntimas que, con regularidad, quedan truncas por el patrullaje policiaco intermitente, irregular.

El antecedente tampoco tiene fechas claras para la historia; pero, todos en Puebla conocen el lugar y hasta recuerdan que cerca de ahí, frente al Fuerte de Loreto, había una fuente de sodas que destacaba por usar una parte del cerro como estacionamiento, desde donde era también posible ver el Centro Histórico y admirar las estrellas en las noches caracterizadas por un solo cono de luz que salía del restaurante y que animaba a recrear escenas amorosas de películas de Hollywood.

En las mañanas, el mirador del Fuerte de Guadalupe exhibe el óxido que ha atentado contra los candados: en el arco de cierre, cuerpo y cilindro donde entra la llave; pero también revela que hubo enamorados que optaron por tallar en la estructura un recuerdo de su historia de amor, de un momento de sus vidas.

Hasta el momento, el gobierno estatal no ha tomado la decisión de retirar los candados, como sucedió en la capital francesa; sin embargo, es necesario resaltar que los cables de acero han resistido estos objetos, pese al clima y el paso del tiempo.

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