Terminar el proceso de duelo significa que podremos recolocar a nuestro ser querido en un lugar emocional distinto.

Mucha gente que se encuentra en duelo, teme que el final de dicho proceso signifique que olvidará a su ser querido y por eso se aferran al dolor, pero debemos saber que el finalizar el duelo por un ser querido que ha partido o una relación que ha terminado, no significa que olvidemos lo que vivimos al lado de la persona o si hablamos del término de una relación, que tengamos que sacar a esa persona de nuestra vida. Terminar el proceso de duelo significa que podremos recolocar a nuestro ser querido en un lugar emocional distinto, desde donde podremos acceder a sus recuerdos sin dolor.

¿Cómo logramos eso? Primero que nada, tenemos que saber que los recuerdos se almacenan en el inconsciente y éste los guarda de manera permanente, así que por más que intentemos esforzarnos en olvidar, no depende de nosotros (sí, ésta es la razón por la que aunque juras haber olvidado a tu ex, reaparece en tu mente con ésa canción…) y gracias a eso podemos recordar tanto a esa persona especial que ha partido, rememorar los momentos de una relación pasada e incluso episodios de nuestra infancia. Habiendo aclarado lo anterior, podemos regresar al sentido de finalizar el duelo, que nada tiene que ver con olvidar pues ya vimos que no podemos, sino recolocar.

El proceso de duelo tiene la finalidad de adaptarnos a una nueva realidad, donde nuestro ser querido no estará de la forma en que estamos acostumbrados, por eso representa un gran reto el poder recolocarlo. Si hablamos de un ser querido que ha partido, recolocarlo significará que podamos entender y sentir que seguirá vivo en nuestros corazones, a través de su legado que sigue presente en nuestro día a día y de la remembranza de los momentos vividos. Lograremos recolocarlo cuando seamos capaces de recordar no tan solo los detalles que llevaron a su partida, sino toda su vida y podamos hacerlo sin sentir dolor, lo cual no excluye la añoranza, claro está, pero ya no será el dolor desgarrador del inicio del proceso, que puede llegar a ser tan intenso que incluso dejemos de hablar del tema. Cuando hayamos podido recolocarlo, seremos capaces de recordarlo tal y como era, con sus luces y sombras, así como los diversos episodios de su vida y podremos agradecer el tiempo a su lado, lo cual nos ayudará a sobrellevar su ausencia y podrá servirnos de inspiración para hacer algo en su nombre, como lograr algo que habíamos planeado hacer juntos, seguir un proyecto iniciado o llegar a una meta que sabemos que hubiera celebrado con nosotros. Eso es lo que podemos llamar el final del proceso de duelo.

Cuando se trata de una pareja, es muy importante la recolocación porque si no, no podremos relacionarnos de forma distinta y en el caso de parejas con hijos, será complicada la convivencia. El poder recolocar a una pareja, consiste en aprender a verlo nuevamente con un conocido, pues la persona con quien nos relacionamos, con quien compartimos tantos momentos, tiempo, anhelos y experiencias, ya no está, de alguna manera muere para nosotros y nosotros para esa persona, pues ya no ocupa ni ocupamos el mismo lugar en nuestras vidas. Cuando somos capaces de vernos como conocidos, podremos reestructurar una nueva relación, por ejemplo la de padres o compañeros de trabajo, podemos además avanzar con nuestra vida sin estarnos comparando constantemente con el otro y sus procesos: si ya tiene otra pareja, si tiene más hijos o si tenemos que verlo diariamente en la oficina, es decir, nos habremos adaptado a un mundo distinto al que vivíamos cuando estábamos en la relación.

¿Cómo logramos entonces recolocar a un ser querido durante el proceso de duelo? Realizando las tareas del duelo:

-Aceptar la realidad de la pérdida. Parece muy obvia pero es la tarea más dolorosa y difícil porque nos enfrenta a la idea de un mundo tan distinto, que nos da miedo. El poder aceptar la realidad, muchas veces requiere de repasar lo sucedido hasta poder asimilarlo.
-Aprender a vivir en un mundo donde la persona ya no está. Es un paso que nos suele costar mucho trabajo, porque recordamos cotidianamente la ausencia a través de las cosas que hacíamos a su lado o que ahora tendremos que hacer por primera vez.
-Intercambio de perdones. Es muy común que al inicio del duelo, tratemos de buscar culpables para mitigar nuestro dolor y que nosotros seamos los depositarios de dichas culpas o incluso culpemos al ser querido que ha partido no es raro, pero en ésta tarea tendremos que perdonarnos y perdonar al otro, entendiendo las circunstancias que no estuvieron en sus manos ni en las nuestras.
-Recolocar emocionalmente. Al llegar a ésta tarea, ya estaremos listos para hacerlo, asumiendo que no estamos olvidando ni a la persona ni lo vivido a su lado, pero que estamos en paz con su recuerdo.
-Al ser más conscientes de que terminar el proceso de duelo no significa olvidar, podemos transitar con más seguridad hacia el final y cerrar el ciclo satisfactoriamente. Espero que lo anterior les haya sido de utilidad y que si tienen algún comentario, nos lo hagan llegar a través de nuestras redes sociales.

¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.

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