Maternar es cuidar desde el amor, desde la capacidad de establecer vínculos afectivos, emocionales y energéticos. 

No sé si ustedes tuvieron tanta suerte como yo, pero he tenido varias madres a lo largo de mi vida, por lo que no sólo estoy agradecida, sino que también me ha ayudado a entender que la maternidad es tan elegida, que incluso sin vivir un embarazo, se puede elegir serlo.

La historia de cada una de mis madres es muy variada, por lo que fueron y son (las que aún tengo la bendición de abrazar) muy distintas, algunas tuvieron otros hijos biológicos y algunas sólo a mi, pero de todas recibí mucho amor y valiosas lecciones y quiero aprovechar éste día de las madres para honrarlas a todas.

De ti, mamá, aprendí que la música ayuda iniciar mejor cada día y que el camino se hace más corto cuando vas cantando, tanto si hablamos de calles, como de más vida misma. De ti aprendí que la felicidad es una decisión que tomamos cada día y que se encuentra en las pequeñas cosas, que la curiosidad y la capacidad de asombro nos mantiene jóvenes, que puedes emprender un nuevo proyecto en cualquier momento, que una sonrisa te abre muchas puertas y que “hechos son amores y no buenas razones” o lo que lo mismo, el amor no se dice, se demuestra y tú me lo sigues demostrando cada día y vivo agradecida por ello.

También te agradezco el enseñarme que todo tiene solución y ser para mi, ése refugio al que siempre puedo acudir en búsqueda de apoyo o simplemente por fuerzas para enfrentar la adversidad. No podía esperar menos de ti, cuando lo aprendiste de mi otra madre, una madre que por cierto, compartimos pues tenía amor para dar y regalar y que me enseñó cuánto te repara el alma, una siesta en las piernas de quien te ama, que me enseñó que las tardes de abril, se disfrutan en el jardín con la brisa fresca y los lápices de colores deslizándose sobre el papel, que me enseñó que la edad es sólo un número y que la vida aún con sus tristezas, siempre amerita una canción y aún resuena en mi mente “salías de un templo, un día, llorona… y como la canción, también guardo en el alma el último beso que me diste…

De mis otras madres aprendí que la imaginación es una puerta a mundos mágicos que puedes abrir en cualquier momento, donde todo es posible y te agradezco profundamente Fran, por haberme enseñado a soñar y por animarme a seguir haciéndolo, por enseñarme que no hay por qué dejar de jugar, por hacerme imaginar aquellas familias de ardillas que vivían en casas bellamente amuebladas en un bosque mágico, que estaba habitado por un montón de criaturas maravillosas que me recibían por las noches al ir a dormir, y por hacerme pensar en cómo se podría dormir tan cómodamente en una caja de cerillos (sigo creyendo que tus cuentos son los mejores porque cada vez que los contabas, tomaban distintos rumbos). Te agradezco por hacerme sentir ésa emoción al esperar que vinieras por mi cada verano, para estar con ustedes en esos días que aún recordamos juntas con tanta nostalgia.

A ti, Marisa, agradezco tu fuerza, tu mano firme sosteniendo la mía en los peores momentos, te agradezco el enseñarme a enfrentar la vida, con fe y confianza en el futuro. Gracias por enseñarme que nunca es tarde para seguir un sueño y que se puede renunciar a aquello que no te hace feliz y recomenzar con una sonrisa. Gracias por enseñarme que la paz en el corazón vale más que todo el dinero del mundo y que compartir lo que tienes, te llena de una forma maravillosa, que devuelve con creces lo poco que diste. Gracias por enseñarme que todas las personas somos iguales y que cada quien brilla a su manera, como lo sigues haciendo desde el cielo para mí.

A ti, Cristy te agradezco el enseñarme que a veces una mentada regresa la paz perdida, que también se debe ser duro a veces cuando alguien atropella tu bienestar, te agradezco el hacerme ver que siempre hay una forma más sencilla de hacer las cosas, que sólo la encontrarás si pruebas otras opciones y que el amor no sólo se expresa con palabras dulces. Te agradezco y extraño tu presencia.

De todas ustedes aprendí valiosas lecciones, pero sobre todo me enseñaron el poder que reside dentro de cada una de nosotras y que existen muchas maneras de conectar con él. A todas ustedes agradezco todo su amor, dedicación y sobre todo les agradezco con toda mi alma y corazón, el que hayan elegido ser mis madres, que hayan elegido tomarme de la mano y guiarme como lo hicieron y lo siguen haciendo. Me siento realmente afortunada de haberlas tenido y seguirlas teniendo, porque ustedes me enseñaron varias caras del amor y la capacidad de maternar de distintas formas.

Es por todo esto, que éste día de las madres quiero celebrar la diversidad de la maternidad, de las que decidieron tener hijos propios y las que decidieron maternar hijos ajenos, de aquellas que tuvieron que enfrentar una maternidad forzada para luego abrazarla con amor, a las que siguen siendo madres aún después de la muerte de sus hijos y a las que deciden asumirse como madres de sus gatos o perros. A todas aquellas que deciden maternar que es cuidar desde el amor, desde la capacidad de establecer vínculos afectivos, emocionales y energéticos con nuestro objeto a maternar, las celebro en éste día.

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¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.

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