La gestión de Alejandro Gertz Manero como primer fiscal general autónomo de la República está marcada por la polémica. Desde el primer momento buscó revivir el caso que entabló desde 2015 contra Laura Morán, pareja de su hermano Federico durante décadas, y contra Alejandra Cuevas, hija de Laura, acusándolas de la muerte de Federico por maltrato y atención inadecuada, lo cual había sido desestimado dos veces antes de su designación para encabezar la FGR.

Luego de conseguir en octubre de 2020 —en plena pandemia— la detención de Alejandra Cuevas bajo una endeble causa penal y someterla a toda la gama de afrentas de que es capaz el sistema judicial contra quienes caen en su maquinaria perversa de corrupción, ilegalidad y abuso, Gertz Manero solo ha dado una prueba tras otra de su prepotencia y de la protección de que goza por parte de las máximas autoridades.

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En El verdugo (Planeta) Alejandra Cuevas relata la historia completa de la injusticia de que fue víctima a manos del poderoso fiscal. Reconstruye y testifica en este libro uno de los casos de corrupción y nepotismo más graves en la historia reciente de México. Arrestada ilegalmente, permaneció 528 días en la cárcel para mujeres de Santa Martha Acatitla. En marzo de 2022 fue liberada, desde ese momento vive fuera del país. Su historia de valor ante un sistema judicial enviciado la volvió un referente mundial en la lucha por la libertad.

Tras su nombramiento como Fiscal General en 2019, Alejandro Gertz Manero reactivó un caso desechado dos veces por la ley por carecer de valor legal. Así, a finales de 2020 logró que se arrestara y encarcelara a su sobrina política, Alejandra Cuevas, inculpándola sin pruebas de haber matado a su hermano, Federico Gertz.

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La cárcel fue un infierno para Alejandra: padeció condiciones infrahumanas que se exacerbaron en la pandemia y sufrió en carne propia la venganza del Fiscal. Mientras tanto, sus hijos enfrentaron por todos los medios al sistema corrupto, incluso se hincaron ante el presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar: en México la justicia se pide de rodillas. Las mentiras fueron expuestas y, luego de 17 meses, Alejandra salió de prisión directo al autoexilio.

Este es un testimonio que demuestra una vez más cómo en este país la justicia es un instrumento del poder y no un servicio a la comunidad, una herramienta para que los poderosos encarcelen según sus propios intereses.

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Foto: Especial

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