Con botas y ropas vaqueras, incluido sombrero para protegerse del sol abrasador, los jinetes llenaron el miércoles las calles de Parral, en el estado norteño de Chihuahua, en el primer día de conmemoración del centenario de su muerte. Un simulacro de su asesinato está previsto para el jueves.

De acuerdo con France 24, en medio de gritos de «¡Viva Villa! ¡Viva México!», la procesión se detuvo ante una estatua del ícono de espeso bigote antes de recorrer el pueblo, donde varias bandas tocaban para regocijo de la multitud reunida en la calle.

Así culminó una cabalgata que para algunos jinetes empezó hace más de dos semanas, unos 600 kilómetros al norte, cerca de la frontera entre México y Estados Unidos.

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Otros se sumaron a lo largo del recorrido por las vastas llanuras de Chihuahua para honrar al hombre conocido como el «Centauro del Norte», rostro emblemático de la revolución mexicana junto con Emiliano Zapata, «El Caudillo del Sur».

«Fue un héroe. Otros lo consideran villano y otros asesino. Pero no es así. Me siento muy orgulloso de estar presente en este día», dice Javier Baca, de 55 años, habitante de Parral y que acudió vestido como Villa, con sombrero de ala ancha y cananas cruzando su pecho.

«Gran caudillo militar»

Villa fue uno de los líderes de la Revolución de 1910 que se levantó inicialmente contra la dictadura de Porfirio Díaz, exiliado en París en 1911, y condujo a la adopción en 1917 de una nueva constitución que aún sigue vigente.

«Villa fue el gran caudillo militar de la revolución en la segunda etapa», explica a la AFP el historiador hispano mexicano Paco Ignacio Taibo II, director del estatal Fondo de Cultura Económica.

Este revolucionario ha generado entre historiadores «una combinación de admiración, repulsión, fascinación, miedo, amor, odio», escribe Taibo II en su libro «Pancho Villa, una biografía narrativa».

La vida amorosa del «Centauro del Norte» también ha estado en la mira: se sabe de 27 mujeres con las que tuvo una relación marital, casándose con la gran mayoría aprovechando el escaso control del registro civil de entonces. Tuvo al menos 26 hijos.

Este hijo de aparceros llegó a ser visto como un Robin Hood mexicano, que robaba a los ricos para dárselo a los pobres, antes de convertirse en un militar talentoso, general revolucionario con visión social.

Pero otros relatos retratan a Doroteo Arango, su verdadero nombre, como un bandolero, ladrón de ganado y asesino a sangre fría que se unió a los revolucionarios pese a no tener una verdadera ideología.

Foto: Especial

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