De acuerdo con la tendencia actual hacia la diversidad (en todos los ámbitos) una lengua es la depositaria de la tradición, el carácter y la memoria de los grupos humanos.



Me presento: Soy Arnulfo, arqueólogo poblano, científico vago, profesor disperso.

Ando por aquí para compartir con ustedes un montón de cosas inútiles, de las que todos sabemos, pero no notamos mucho porque son cosas de siempre: la Cultura, con “c” mayúscula y minúscula, nuestra identidad y expresión cotidiana.

Este año, este mes y esta semana son buenos momentos para pensar un poco.

UNESCO ha declarado la observancia del 2019 como Año internacional de las Lenguas Indígenas.

Siete  mil idiomas se hablan en el planeta, existen 370 Millones de Indígenas en el mundo, 90 países tienen comunidades indígenas, perviven 5 mil diferentes culturas indígenas, 2680 idiomas se encuentran en peligro de desaparición, ¡Los números siempre son aterradores!

De acuerdo con la tendencia actual hacia la diversidad (en todos los ámbitos) una lengua es la depositaria de la tradición, el carácter y la memoria de los grupos humanos.

Cuando una comunidad sufre la transformación o pérdida de su código de comunicación y transmisión de ideas se genera, inexorablemente, la desaparición de sus mismas concepciones y el sistema mental que las generó. Pensándolo bien esto representa de muchas maneras una verdadera extinción de la humanidad en pedacitos; sin importar el porcentaje de hablantes de una lengua, una vez muerta se muere…

Volvamos a los números, el 9 de agosto se conmemoró el Día internacional de los Pueblos Indígenas, “con el objetivo de promover y revitalizar, además de sus lenguas, sus derechos humanos, su historia antigua y su rica cultura” (https://es.iyil2019.org/).

Y así como en el mundo, en México y en Puebla seguimos exaltando su bondad y su sabiduría… sonriendo satisfechos al pronunciar “la inclusión”, y sin dilucidar aún si incorporarlos al sistema o preservarlos como están implicará también su anulación.

Una fecha más: el 13 de agosto de 1521 (según el calendario juliano) se verificó la batalla final entre los ejércitos aliados de Hernán Cortés y los defensores del imperio mexica, con la consecuente caída de la gran Tenochtitlan. De esta historia surge el primero de nuestros grandes personajes indígenas: Cuauhtémoc, defensor de la raza (luego discutimos de cuál), héroe que entregó la vida por su pueblo.

Podemos perdernos en la retórica, en los números o en la discusión antropológica, vayámonos con una cita de Don Jesús Romero Flores acerca de la exaltación a nuestros indígenas, pronunciada en su discurso inaugural del Parque Cuauhtémoc en Morelia el 21 de agosto de 1916:

“…nos maravillamos ante el heroísmo de Cuauhtémoc, la virtud cívica de Juárez, la inteligencia de Ramírez y la poesía bellísima de Altamirano; pero no hemos traducido en obras nuestro amor ni nuestra admiración.”

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