Juan Villoro llegó a señalar lo paradójico que resultaba nombrar a Monsiváis como “el más mexicano de los autores”.

Sin duda fue uno de los escritores mexicanos más importantes y queridos del siglo XX.  Un personaje multifacético, que en sus escritos atendió por igual y con el mismo rigor la lucha libre y la poesía del siglo XIX, la nota roja y los superhéroes. No fue precisamente leído por todos, pero sin duda era conocido por todos. 

Por muchos años, Carlos Monsiváis fue el “ajonjolí de todos los moles” en los medios de comunicación mexicanos. No fue solo un escritor conocido; fue querido. Y en televisión, sus opiniones siempre fueron atendidas sin importar el tema. Y aunque muchos solo conocieron a Monsiváis en la televisión, él escribió toda la vida… y mucho.

Siempre habitó la misma casa en la colonia Portales. Según propios y extraños que llegaron a visitarlo, su hogar se distinguió por dos presencias ineludibles: demasiados gatos y demasiados libros.

De los libros, Monsiváis llegó a decir que estos estaban tan revueltos y desordenados que, cuando deseaba leer o consultar uno, en ocasiones era más fácil volverlo a comprar que buscarlo.

Escribió sobre los mexicanos y para los mexicanos; y el público lo reconoció en más de una ocasión como el más representativo de nuestros escritores, aun por encima de Octavio Paz.

Juan Villoro llegó a señalar lo paradójico que resultaba nombrar a Monsiváis como “el más mexicano de los autores”.

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