La historia comienza cuando Amadio, de fuertes convicciones fascistas pero sin conocer el éxito en su profesión; se dirige a varios orfanatos con el fin de realizar diversos retratos.

Existe una pintura muy famosa que se conoce mundialmente como “El cuadro del niño que llora”, y acerca de la cual habla la crónica de hoy. Realizada por el pintor Bruno Amadio en la época de la Segunda Guerra Mundial, esta obra es parte de una colección entera de cuadros similares, que muestran los rostros de niños muy tristes y en torno a la cual, se cuentan muchas historias de desgracias.

La historia comienza cuando Amadio, de fuertes convicciones fascistas pero sin conocer el éxito en su profesión; se dirige a varios orfanatos con el fin de realizar diversos retratos, en los que el mensaje principal sería el horror que provocaba la guerra, a través de los rostros de los niños.

La imagen mostrada es la más célebre de todas y la que originó la oscura leyenda. Se dice que el orfanato en donde vivía el pequeño retratado, terminó por incendiarse ocasionando la muerte de muchos huérfanos, entre los cuales se encontraba el susodicho.

A partir de entonces, su espíritu se habría quedado atrapado en la pintura siéndole imposible descansar. Lo anterior adquirió mayor importancia cuando se comenzó a notar, que aquellas casas que introducían una imitación o el propio cuadro original como parte de su decoración, no tardaban en ser destruidas a causa de repentinos incendios. Pero la pintura siempre resultaba intacta.

Hoy en día, la gente que busca la imagen y la observa, asegura que persiste la sensación de que el niño les sigue con los ojos, en una mirada llena de dolor y angustia que pone los pelos de punta a cualquiera.

De ahí que su reputación de cuadro maléfico se haya extendido tanto, volviéndolo irónicamente célebre.

@cronicabanqueta

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