Nadie sabe a ciencia cierta cómo empezó. Hay una hipótesis respecto a que hubo hombres infiltrados que elevaron el nivel de violencia. Otra especie refiere que lo uniformados sólo respondieron a una agresión y protegieron Palacio Municipal. Pero, todos lamentan y critican el choque entre policías y feministas en el corazón de la capital poblana en el marco del Día Internacional de la Mujer.

Dos mujeres y dos hombres fueron detenidos, aunque sólo una de ellas fue identificada cuando era sometida por los uniformados: Michelle Romero Sánchez, quien gritó: “¡yo no hice nada!”, a la par de decir su nombre; más tarde, ambas fueron liberadas, sin explicaciones serias y sólidas; sobre los varones, no hubo más información.

Todas las manifestaciones del 8M cruzaron el corazón de la Angelopólis; pero solo dos se encontraron en el parque principal de esta ciudad: Contingente Universitario y Colectivas Feministas Radicales.

En la confusión, cuando las dos columnas se detuvieron para que una subiera a la Plaza de Armas y la otra siguiera hacia el bulevar 5 de Mayo, a cuenta gotas algunas manifestantes empezaron a golpear el muro metálico que cubría la mitad del portal Miguel Hidalgo, la fachada de Palacio Municipal: primero a mano limpia, a puntapiés, después con los objetos que encontraron.

De manera inexplicable, entraron en acción un par de hombres y después otros que jalaron las hoja de acero hasta tirar una, lo que estalló la euforia por la derrota oficial; pero, también motivó a que los elementos de la SSC usaran extintores para tratar de recuperar la posición.

El frenesí contagio a una, a dos, a más. La multiplicación parecía que tendría potencia suficiente para derribar la valla; sin embargo, los policías municipales defendieron la alcaldía convertida en fuerte.

La plancha del zócalo se convirtió en un auditorio de niñas, adolescentes, adultas y ancianas, de todas las edades, animaron a sus compañeras al contra ataque, con la confianza de derribar el muro de acero donde pegaron otras sus pancartas con consignas y demandas, donde estaban sus pintas multicolores.

El gas azul de los extintores fue reforzado con chorros de agua, a veces disparados de manera directa para darñar con el impacto del liquido, y en muy pocas ocasiones en forma parabólica, para mojar, para dispersar a las quejosas que de apoco empezaron a tomar esa decisión.

En el centro del principal parque angelopolitano, las mujeres tiraron la cerca metálica que cubría la fuente de San Miguel; pero encontraron un muro de tablarroca y estructura de acero, que no les permitió avanzar; menos cuando llegó un grupo policiaco como de 100 elementos.

El primer choque sucedió como a las 5 de la tarde, casi una hora después, elementos de Operativos Especiales salieron del inmueble oficial y detuvieron a un hombre, a quien cargaron literalmente en vilo. No fue identificado.

Y es que minutos antes, esta persona y otras usaron una ménsula gigante como si fuera un manillón para embestir el cerco de la alcaldía, donde si bien la mayoría de los policías era mujer, no se veían.

Después otro hombre fue señalado de agredir a una mujer y también fue capturado por los policías. En la noche a dos mujeres, aunque después se dijo que había quedado en libertad.

Cuando cayó la noche, el alumbrado público empezó a encenderse en forma automática, como también la iluminación de Palacio Municipal en morado, el color que simboliza el apoyo a la lucha de las mujeres.

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