Los rescatistas los capacitan para ser fuertes, pero siempre les gana el sentimiento humano ante una tragedia  

“Cuando recibo la llamada de emergencia, me subo a la ambulancia y empiezo a imaginarme el peor de los escenarios para no impresionarme tanto al momento de llegar al lugar”, son las palabras de un rescatista voluntario que todos los días ofrece su trabajo sin percibir un salario y arriesgando su vida.

“El nervio y el miedo siempre van a existir, a nadie le gusta ver a una persona muerta, ni mucho mechos te diviertes con el dolor de aquellos que han perdido su ser querido a consecuencia de un accidente”.

Enrique Hernández García tiene 25 años de edad, es rescatista desde los 14 años y desde niño le llamó le atención vivir la adrenalina de transportarse en una ambulancia.

Dijo que un rescatista no es un súper hombre, solo son personas que buscan servir y ayudar a los demás para salvar vidas, pero también rescatar esperanzas.

“Todos los días salgo de mi casa portando la bendición de mi madre y por supuesto la de Dios, tengo presente mi objetivo, salvar vidas, pero no he pensado si regresaré con vida”, comentó.

Manejar una ambulancia a exceso de velocidad con la torreta prendida, “es una soga que nos ponemos al cuello, te juegas la vida, muchos se han volteado y perdido la vida, iban a salvar a alguien y perdieron lo suyo”.

Sin embargo es más fuerte el compromiso que tiene con la sociedad, porta el uniforme con orgullo y muestra a los demás que su labor no es fácil, por el contrario requiere de capacitación y sobre todo de valor moral.

El también subdelegado del Escuadrón de Rescate de Apizaco (ERA), lamentó que los curiosos siempre sean el peor enemigo en un escenario donde se vive una tragedia.

“En el escenario de una tragedia los imprudentes siempre son la barrera que se nos presenta, los segundos que se viven para sacar aun prensado, atropellado y cualquier otro son muy importantes, sin embargo la gente no lo entiende, ellos quieren sacar la foto para subir el morbo en las redes”

En su trabajo dijo, hay satisfacciones y cosas que lamentar, sin embargo resaltó que sacar a una persona prensada con vida y lograr que llegue a tiempo al hospital es una de sus principales logros.

“Acá se viven muchos momentos, uno de los más tristes fue ver morir a un niño y no tanto por la situación, sino por la inocencia del pequeño y porque al final no tienen la culpa de la imprudencia de los padres o de quienes hayan provocado el accidente”.

Resaltó que son capacitados contantemente y los hacen que se vuelvan fuertes en sentimientos, sin embargo, “cuando ves que llega la familia y se les confirmas del fallecimiento, es un momento que no requiere de capacitación, es un golpe que sientes y que te transmiten los familiares”.

Al referir que los rescatistas son seres humanos que buscan evitar noticias negativas, “no solo se trata de decirle al familiar, sabes que está muerto, ya no tiene signos vitales, ¡no es así!, soy ser humano ya también siento, duele decir que la persona que ibas a rescatar ya murió”.

El joven que ha prestado su servicio voluntario, por cierto hijo de familia, tiene presente que empezó a los 14 años de edad en este oficio, no sabe cuándo se tendrá que retirar.

Sin embargo tiene presente su meta, “No importa si se trata de un delincuente, un asesino o una persona inocente, yo voy a la escena de la emergencia y lo único que quiero es que la persona la encontremos con vida y logremos que llegue a tiempo al hospital”.

Antes de concluir pidió que nadie le agradezca su trabajo, “lo único que quiero es que nos respeten y valoren lo que hacemos, además que no nos estorben cuando hay un tragedia, no quiero pensar que pasaría si los curiosos están en el lugar del accidentado”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *