Maurilio Herrera subió a su cuenta de Facebook cómo mató y ordenó que mataran a cuatro personas tras una riña con una de sus compañeras de corporación.

Dentro de bolsas para basura, fueron encontradas las partes del cadáver de Maurilio Herrera, comandante de la Policía Municipal de Tulcingo de Valle, asesinado después de supuestamente confesar en un video en Facebook su participación en el homicidio de cuatro personas en esa localidad de la Mixteca de Puebla, cuyos cadáveres fueron tirados en Guerrero.

En el material audiovisual subido esta madrugada a la red social y en el cual se le ve hincado y amarrado de las manos, con una leyenda de introducción que lo etiquetaba como el «principal responsable de la masacre de cuatro inocentes», el todavía integrante de la corporación local en ese momento, explicó que mató a una persona y ordenó el asesinato de las otras.

En su relatoria, explicó que su compañera Jaqueline, a quien en la región la conocen como la Jaqui o Yaki, le habló por teléfono para decirle que había tenido un problema en Xochihuetlán, Guerrero, por lo que le recomendó que se fuera a su casa.

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Casi media hora después, abundó que la mujer le volvió a hablar para decirle que ya estaba en su casa del barrio de San José, a donde más tarde llegaron Peter y otras tres personas: Gonzalo, Clara y Fabiola, con quienes empezó una riña.

Tras enterarse de la pelea, comentó que le pidió al comandante Andrés Vázquez Rivera que acudiera con sus elementos al lugar, donde aseguró al cuarteto y los llevó atrás de la capilla de la Santa Cruz, donde la gente fue golpeda porque estaba agresiva.

Al final, Maurilio dijo que le cortó la garganta a Peter o Pedro y ordenó al policía Diego Cabañas que hiciera lo mismo con los otros tres; más tarde los elementos Diego y Alexis tiraron los cadáveres en Xilotepec, Guerrero.



De acuerdo con la Fiscalía General de Guerrero, el pasado 17 de este mes, los cuerpos de las personas identificadas como «Santa N. (Clara), Fabiola N., Gonzalo N. y Pedro N., fueron abandonados en el paraje “El Terrero”, en la región de la Montaña Alta, tras ser ultimados con arma cortante«.

El cadáver de Maurilio terminó en el interior de dos bolsas grandes para basura, a un costado de los columpios del Parque Bocentenario, donde fue colocada una cartulina con una leyenda que incluso ofrecía disculpas «por lo sucedido».

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