El cerebro tiende a confundir el hambre con la ansiedad porque previamente le hemos enseñado a calmar esa sensación con alimentos ricos en sal, azúcar o grasa


La pandemia trajo consigo muchos cambios, uno de ellos afectó de forma inmediata nuestra salud y específicamente nuestro peso. Debido a las restricciones que todos debemos seguir, en especial porque no debemos salir, algunas personas han desarrollado «hambre emocional«, esto lleva a calmar la ansiedad con comida.

Según el jefe del servicio de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Universitario Infanta Leonor (Madrid), el doctor Javier Quintero Gutiérrez del Álamo, ya no solo estamos comiendo más de la cuenta en esta pandemia al estar más tiempo en casa y teletrabajando, donde nos es más fácil visitar el refrigerador y  picotear, o comer por aburrimiento, sino que también en esta época se están incrementando los problemas de alimentación, especialmente en adolescentes y adultos jóvenes.

«Se está produciendo un incremento significativo de casos de jóvenes que no solo comen más de la cuenta sino que han aumentado también las conductas alimentarias disfuncionales, alteradas. No solo aparece el hambre emocional, pagan el aburrimiento y la falta de movilidad con la nevera, sino que también se están produciendo desorganizaciones reales con la alimentación», mantiene.

Preguntado sobre por qué comer nos puede calmar, y qué es esto del hambre emocional, el psiquiatra detalla que nuestro cerebro tiende a confundir muchas veces la sensación de hambre con la ansiedad porque previamente le hemos enseñado a calmar esa sensación con alimentos palatables, es decir, productos ricos en sal, azúcares o grasa, que al consumirse se activa el ‘circuito recompensa’, por el que momentáneamente sentimos bienestar, sin resolver realmente el problema, explica el psiquiatra.

¿Qué hacer?

A la hora de identificar la ansiedad o hambre emocional de ese hambre fisiológico o real, el doctor recomienda que, cuando sintamos esas ganas de comer, intentemos retrasar el momento de hacerlo: «Si es hambre fisiológica, la sensación va a más, y si es emocional se diluye o mantiene con el paso del tiempo».

Igualmente sugiere trabajar en la educación nutricional, en tener nuestra rutina e intentar buscar siempre una alimentación ordenada y equilibrada, basada en 4-5 comidas al día, y si no sabemos cómo comer mejor, pedir siempre ayuda a un profesional, a un dietista-nutricionista.

Después, el psiquiatra advierte de que si las cosas emocionalmente no van bien, lo interesante sería intentar identificar cuáles son esas emociones que nos están generando una dificultad mayor y, si por nuestra cuenta no somos capaces, consultarlo igualmente con un especialista que nos pueda ayudar y guiar.

F. Infosalus

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