Pasa todo el rato. Dos personas están hablando, sentadas una al lado de otra, o separadas por una mesa. Podrían estar comiendo incluso, o mirando una serie en la televisión tras la cena. Están compartiendo un rato juntos, hasta que llega una notificación del móvil. Suena una alerta, o se ilumina la pantalla, y antes de darse cuenta, esta persona tiene el teléfono entre las manos y ha dejado de escuchar a la otra. En las redes se conoce como phubbing (del inglés phone, teléfono, y snubbing, despreciar), y es la causa de muchas peleas entre las parejas.

“Es uno de los factores que crea más problemas, es la queja máxima. Vienen cada vez más personas lamentando que, mientras están juntos, sus parejas las ignoran porque están enganchadas al móvil”, explica Beatriz González, terapeuta de parejas.

A pesar de parecer un hábito aparentemente inofensivo, estudios recientes demuestran que puede tener serias consecuencias en las relaciones interpersonales. Una investigación reciente vincula los niveles más altos de phubbing con una mayor insatisfacción marital.

De igual manera, un trabajo de la Universidad de Münster, en Alemania, evidencia que esta práctica puede generar sentimientos de “desconfianza y ostracismo” entre las personas que la sufren. Además, provoca un efecto dominó: quien ha sido objetivo de desdén, suele devolver la falta, alimentando así un círculo tóxico que solo puede empeorar la relación.

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“La sensación que perciben mis pacientes es que su pareja no quiere compartir tiempo con ellos. Que prefieren pasar tiempo con otras personas a través de la pantalla antes que hablar con la que tiene enfrente, en carne y hueso”, desarrolla González, que es también directora de una clínica de psicología de Madrid. Muchas veces es el trabajo que absorbe toda la atención, incluso si ya no se está en horario laboral. Renunciar a chequear o contestar a un mensaje del propio jefe puede resultar más complicado que dejar pasar un WhatsApp de nuestra madre.

“Es la excusa perfecta, pero sigue siendo una excusa. Si de verdad fuera un asunto de vida o muerte, no te mandarían un mensaje. Te estarían llamando”, afirma la terapeuta.

Detrás de esta costumbre se pueden esconder una serie de comportamientos problemáticos, desde la adicción a las tecnologías hasta la imposibilidad de desconectar del trabajo, pasando por la necesidad de controlar compulsivamente las redes sin parar por el miedo de quedarse al margen. Asimismo, el hecho de que los móviles están hechos para monopolizar la atención dificulta ignorar sus estímulos. “En principio, cuando una persona busca el móvil es porque lo que le rodea es menos divertido. De hecho, cuando estamos en el cine no lo hacemos”, afirma Juan Carlos López, psicólogo de la atención de la Universidad de Sevilla.

«Incluso si no se utiliza, el simple hecho de estar presente disminuye las interacciones sociales

El cerebro está continuamente buscando estímulos y novedades, y cuando una conversación o una situación se vuelve aburrida, lo normal es que intente encontrar estos impulsos en otro lugar. “En este sentido, el móvil lo tiene todo: está diseñado para captar la atención y para mantenerla durante mucho tiempo prácticamente sin esfuerzo. Es como darle chocolate al cerebro”, amplía López. Que los contenidos digitales sean más entretenidos que la propia pareja es uno de los factores que causa más inseguridad en la persona que sufre phubbing.

Sin embargo, el experto aconseja no tomarlo como una ofensa personal. “No es que nuestras parejas nos aburran, no va de esto. Simplemente, la información que tiene el móvil engancha nuestra atención con mucha más fuerza que cualquier persona. Por esto, la única forma de librarnos del hábito, una vez que se haya convertido en problemático, es eliminar por completo la fuente de distracción”, recomienda López.

Foto: Especial
Vía: El País

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