Respecto al uso de mascarillas, se recomienda usarlas en espacios públicos o de trabajo

La nueva normalidad comienza a dar señales de vida en el Boletín Oficial del Estado. Este fin de semana, los españoles ya cuentan con permiso para salir a dar paseos y hacer ejercicio, tras más de mes y medio confinados en sus casas. Y respetar el distanciamiento físico es una de las claves para que la etapa que se abre no lleve a perder el terreno ganado a la pandemia del nuevo coronavirus. Para los deportistas, los dos metros recomendados, 1,5 metros como mínimo, deberían alargarse al ritmo de sus zancadas, según algunas voces. ¿En qué se basan para proponer esta idea?

El debate se abrió a finales de marzo. Un estudio científico concluyó que cuando una persona camina a unos 4 kilómetros por hora debería separarse de los demás alrededor de 5 metros, para minimizar el riesgo de transferir el coronavirus. El espacio, según los investigadores de Bélgica y Holanda que firman el trabajo, aumentaría con la velocidad de la marcha, de manera que para los corredores que vayan a 14,4 kilómetros por hora sería de 10 metros —la Junta de Andalucía ha propuesto esta semana en un borrador establecer estas distancias, y que en bicicleta aumentase hasta los 20 metros. El trabajo, que aún no ha pasado por la revisión necesaria para la publicación en una revista científica pero sí se ha dado a conocer, también concluye que estas cifras se obtienen cuando una persona avanza detrás de otra, por lo que sugiere que lo mejor es evitar el rebufo y avanzar en paralelo para que la distancia de 1,5 metros sea efectiva. Pero el estudio tiene limitaciones importantes.

Es cierto que el nuevo coronavirus viaja en las gotas de las toses y los estornudos directamente hacia los demás. De ahí que la distancia física sea tan importante. Pero el estudio se hizo en un entorno controlado de laboratorio, y se centró en la aerodinámica que generamos al movernos sin tener en cuenta factores importantes para el contagio como la carga vírica (la cantidad de virus activos que tiene una persona infectada o que recibe una sana). Si uno se atiene a la literatura científica que estudia específicamente el contagio, estas conclusiones deben ser tomadas con cautela: «Yo no he encontrado ninguna evidencia científica de que la distancia en un espacio abierto tenga que ser mayor de la recomendada», dice el portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) José Jonay Ojeda. Y recuerda que el hecho de establecer una distancia mínima de hasta 2 metros responde al conocimiento de una vía de transmisión en la que el virus viaja en gotas de más de 5 micras, que, por su peso, caen al suelo antes de superar ese espacio.

El instituto de Salud Global Barcelona recomienda en su página web una distancia de 1,5 metros, en la línea de las recomendaciones generales. También propone que las rutas en bicicleta, para correr y para caminar se conviertan en circuitos porque eso aumentaría su capacidad, y que se pongan marcas en el suelo para orientar acerca de la distancia, por ejemplo, con flechas similares a las que hay en algunas autopistas en las rutas para bicicleta.

Pero ante la disyuntiva de mantener la misma distancia cuando se hace deporte que cuando el acercamiento es estático o aumentar el espacio, Ojeda afirma que el hecho de que no haya una evidencia científica sólida, explícita para la transmisión del nuevo coronavirus, no significa que haya que desdeñar la idea de incrementar la separación. El motivo: el principio de precaución que debe guiar las decisiones en materia de salud pública. Las medidas de distanciamiento físico que se han tomado se basan en el conocimiento de otros virus respiratorios, y los científicos todavía tienen mucho que aprender del nuevo coronavirus. De ahí que, aunque no haya un criterio científico que marque una cifra clara, ampliar la distancia en una situación de incertidumbre como la que se abre con el proceso de desconfinamiento puede ser aceptable. «A veces, ante la baja calidad de las evidencias hay que proponer acciones más estrictas», asegura el especialista en medicina preventiva y salud pública. Y evitar correr justo detrás de otro corredor no debería ser un problema…

¿Hay que ponerse mascarilla y lavar la ropa?

Aparte de las gotas que viajan más o menos directamente desde las vías respiratorias de una persona infectada a las de una sana, el virus SARS-CoV-2 se transmite a través de las superficies, en las que puede llegar a permanecer «hasta 72 horas», en función del material. Por eso las medidas de higiene —entre las que destaca el lavado de manos— y la limpieza de las superficies son fundamentales antes y después de hacer deporte.

Una vez se hayan seguido escrupulosamente, lavar la ropa a 60ºC «podría recomendarse», y «parece razonable no meter las zapatillas en casa, dejarlas a la entrada». En lo que Ojeda recomienda tener la máxima precaución es en el uso de los guantes que, por ejemplo, son obligatorios en Bicimad, el servicio de bicicletas compartidas del Ayuntamiento de Madrid. El especialista advierte de que proporcionan una falsa sensación de seguridad que puede llevar a tocarse los ojos, la nariz o la boca y contagiarse así del virus, si estuviera en esta prenda.

Respecto al uso de mascarillas para correr o montar en bicicleta, Ojeda recuerda que, aunque no sea obligatorio, desde la SESPAS han recomendado usarlas en espacios públicos o de trabajo. «Podría tener sentido como una medida más», concluye. Que la comodidad lo permita ya es otra cosa…

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