En una mañana reciente en esta tranquila aldea de las afueras de Ámsterdam, una mujer mayor abastecía los anaqueles de un supermercado local. En la plaza, justo afuera de la tienda, un grupo de hombres sentados en una mesa charlaron durante horas. En la plaza del pueblo, una mujer con hiyab tomaba café en la puerta de la cafetería.

Si parecía un típico pueblo neerlandés (con un restaurante abierto al público, un teatro, un bar y un grupo de pintorescas casas de ladrillo de dos plantas en un mapa de calles cuadriculadas), es porque esa era la idea. Muchas personas de este lugar no se percatan de que están viviendo en la primera “aldea para personas con demencia” del mundo y puede ser difícil que los visitantes noten alguna diferencia entre los residentes y el personal que los atiende (que no usa uniformes).

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Gert Bosscher, cuya esposa Anneke hace seis años fue diagnosticada con la enfermedad de Alzheimer y ha vivido en este lugar durante nueve meses, comentó que no fue difícil tomar la decisión de llevarla a Hogeweyk. “Después de entrar a Hogeweyk, mi primera impresión fue la de una zona abierta, decorada con flores, con un ambiente relajado donde los clientes y los familiares caminaban libremente o estaban sentados en una terraza bebiendo una taza de té”, comentó. “Para ser sincero, en ese momento yo ya había tomado la decisión”.

Hogeweyk, que se encuentra en un área de 1,6 hectáreas en Weesp, un suburbio de Ámsterdam, desde 2009 ha tenido el propósito de “independizar a la gente que vive con demencia e incluirla en la sociedad”, según su sitio web. Esta comunidad, que está financiada por el gobierno neerlandés y en la actualidad atiende a 188 residentes en 27 casas, marcó una evolución en los asilos de ancianos —los autores del Informe Mundial sobre el Alzhéimer de 2020 la calificaron como un proyecto “transformador de paradigmas”— al ofrecerle a los residentes (y a sus familiares) una atención más humana que brinda una mayor sensación hogareña.

“Nadie quiere estar encerrado por el resto de sus días ni tampoco vivir al ritmo de lo que otro organiza para ti”, señaló Jannette Spiering, una de las fundadoras de Hogeweyk. “Queremos tomar nuestras propias decisiones. Queremos seguir viviendo, pero necesitamos apoyo”.

Los residentes de Hogeweyk, todos los cuales sufren de demencia aguda, se mueven por la aldea con libertad e interactúan con sus compañeros. También interactúan con el personal capacitado —médicos, enfermeras, psicólogos, fisioterapeutas y asesores sociales— que supera por mucho la cantidad de residentes y se mimetiza en la vida cotidiana de la comunidad.

Por ejemplo, en el supermercado, los residentes pueden comprar comida, champú o una postal, pero no se usa dinero de verdad y la cajera está capacitada para atender a las personas con demencia. Las casas, las cuales albergan a seis o siete residentes, tienen su sala de estar, cocina, dormitorios privados, un cuarto de lavado y espacios al aire libre, y las 24 horas del día cuentan con apoyo profesional. Solo cuando fallece algún residente pueden llegar nuevos residentes.

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Conforme ha aumentado la cantidad de casos de demencia a nivel mundial, durante la última década se han inaugurado más “aldeas para personas con demencia” y este tipo de “micropueblos” para personas mayores en distintos lugares. Pero a los especialistas les preocupa que si la comunidad de atención a las personas mayores pretende mantener el ritmo de los diagnósticos, tiene que haber otro cambio de paradigma importante… y rápido.

En esencia, quieren que los Hogewyeks del futuro no solo parezcan pueblos verdaderos, sino que realmente lo sean.

De acuerdo con la Alzheimer’s Disease International, una federación sin fines de lucro de asociaciones de alzhéimer y demencia, cuando Hogeweyk abrió sus puertas, había cerca de 35 millones de personas con demencia en todo el mundo. En la actualidad, esa cifra es de más de 55 millones y la Organización Mundial de la Salud calcula que llegue a 78 millones para 2030. (La OMS define la “demencia” como un término que abarca varias enfermedades que afectan la memoria, el pensamiento y la capacidad para realizar las actividades cotidianas. La forma más común de ella es el alzhéimer).

“Las cifras van en aumento porque el tamaño de la población está aumentando y la población está envejeciendo”, señaló Tarun Dua, quien encabeza la unidad de Salud del Cerebro en el departamento de Salud Mental y Consumo de Drogas de la OMS. “Esto no es algo que vaya a desaparecer”.

El informe que Dua ayudó a elaborar advirtió que la comunidad médica está “muy lejos de encontrar una cura de la demencia para el año 2025”, una meta establecida en 2013 en la Cumbre de Londres sobre la Demencia.

“Es un problema enorme”, señaló Spiering. “La sociedad en verdad tiene que dar un paso adelante”.

Para este momento, varios centros de todo el mundo —muchos inspirados en la “aldea para personas con demencia” Hogeweyk— están trabajando para impulsar ese modelo integrando este tipo de espacios a sus barrios circundantes.

“La gente quiere quedarse en casa, quiere vivir en la comunidad”, comentó Dua. “Creo que este es un mensaje importante. Así que incluso si pensamos en términos de las aldeas para personas con demencia, es muy importante lo cerca que estén de la comunidad. Deben ser parte de la comunidad y no estar fuera de ella”.

En Baerum, Noruega, una municipalidad en los suburbios de Oslo, en 2020 se inauguró la “aldea para personas con demencia” Carpe Diem. Fue concebida como un proyecto piloto para manejar la presión prevista sobre la comunidad de atención a personas mayores de Noruega, donde, de acuerdo con un estudio publicado en la revista Journal of Alzheimer’s Disease, se espera que para 2050, se duplique la cantidad de personas que viven con demencia, que ahora llega más o menos a 100.000.

Al igual que Hogeweyk, Carpe Diem tiene un área construida de 1,7 hectáreas —edificios de dos o tres plantas en diversas tonalidades de ladrillo y madera— para generar un espacio cívico contenido donde los residentes puedan moverse libremente, pero con supervisión. Hay una plaza urbana, espacios con jardines, una vereda circular y una “calle” con un bar, un salón de belleza y una tienda de ropa. El complejo diseñado por la Oficina Nórdica de Arquitectura, comprende 136 unidades de viviendas comunales y 22 unidades para pacientes con demencia severa.

“Tal vez la mayor diferencia entre Carpe Diem y otras residencias de ancianos es que invitamos y traemos a la sociedad local a nuestra aldea”, dijo en un video acerca de este proyecto Anne Grete Normann, directora de la aldea en Carpe Diem.

Los residentes locales del barrio pueden participar en las actividades que hay ahí, cenar en el restaurante, cortarse el cabello o solamente caminar por los jardines podados.

“Tener una aldea abierta significa mucho, tanto para quienes viven ahí como para quienes vienen de visita”, señaló Normann en un correo electrónico. “El hecho de que no solo los familiares vengan a la comunidad implica que más personas se enteran sobre la demencia y lo que es la vida con demencia. Esperamos lograr que este grupo esté menos estigmatizado dentro de la sociedad en general”.

El municipio local se encuentra ahora en las etapas de planificación de un nuevo centro de cuidados que se mezcla aún más con la vida cotidiana en la cercana ciudad de Rykkin, que incluirá una guardería infantil.

Foto: Especial

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