Aunque algunos podrían desear que Andrés Manuel respondiera con ataques,  la mayoría cree que  utiliza la estrategia correcta.

Ante la amenaza del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de imponer asfixiantes aranceles a su principal socio comercial, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha reaccionado con calma y llamadas a una amistad continuada, evitando retórica agresiva que pueda empeorar la disputa.

El mandatario quiere diálogo, no una trifulca en Twitter, y mucho menos una guerra comercial con el país que compra el 80 por ciento de las exportaciones mexicanas. Los mexicanos han visto suficientes tuits de Trump como para no llevarse las manos a la cabeza con cada nueva amenaza, y aunque algunos podrían desear que su presidente devolviera un par de golpes a una piñata con la imagen de Trump, la mayoría cree que López Obrador utiliza la estrategia correcta para intentar neutralizar los aranceles.

“No queremos conflicto, una guerra. Evitamos eso”, comentó Gilberto Lozoya, de 26 años, en la ciudad norteña de Nuevo Laredo, al otro lado de la frontera de Laredo, Texas. Lozoya trabaja en una fábrica que exporta calderas para empresas estadounidenses como Whirlpool.

La empresa sufriría con los aranceles, que comenzarían en el 5 por ciento y subirían progresivamente hasta el 25 por ciento, si finalmente entran en vigor el lunes, la fecha límite que dio Trump a México para detener la inmigración irregular en su territorio. Y aunque Lozoya cree que probablemente su país podría hacer algo más en ese aspecto, opina que están en buenas manos con López Obrador.

“Está muy bien la manera de contestar del presidente. Es una persona muy sensata”, afirmó.

El gobierno mexicano, que ha tenido problemas para gestionar la gran afluencia de migrantes, en su mayoría centroamericanos, no ha propuesto de forma oficial nuevas medidas, y en su lugar ha optado por una estrategia de convencer a Washington de que ya está haciendo su parte en control de migración.

Durante el mandato de López Obrador, que asumió el cargo el 1 de diciembre, México ha aumentado las deportaciones y controles de autopista en el sur, además de detener a migrantes que viajaban en una gran caravana y sobre trenes de mercancías. También ha insistido en que los derechos humanos son una pieza central de sus medidas y afirmado que no criminalizará la migración.

Mientras que su predecesor, Enrique Peña Nieto, recibió críticas generalizadas por no adoptar una postura más firme en respuesta al entonces candidato y más tarde presidente Trump, López Obrador no parece haber sufrido un descontento significativo por su gestión del último pulso entre los vecinos norteamericanos.

Un sondeo que registra su popularidad día a día registró un aumento de unos cuatro puntos porcentuales desde que Trump anunció los aranceles el 27 de mayo, hasta alcanzar un índice de aprobación de casi dos tercios el martes. Y el domingo, los votantes dieron al partido Morena de López Obrador la gubernatura de dos estados con lazos comerciales significativos con Estados Unidos: Puebla, donde hay una planta de Volkswagen, y Baja California, que hace frontera con California y está llena de plantas de manufactura y montaje conocidas como “maquiladoras”.

Index, una cámara nacional de negocios que representa a la industria manufacturera de exportación, expresó en un comunicado reciente su pleno apoyo a la delegación del gobierno mexicano que viajó a Washington para negociar. El grupo también instó a las autoridades a tomar medidas en las cuestiones migratorias de las que se había quejado Trump, y pidió a los negociadores que separaran el comercio de la inmigración.

Isidro Morales, politólogo en el Instituto de Tecnología y Educación Superior de Monterrey, dijo que era desconcertante que pudieran utilizarse amenazas comerciales para obligar a México a actuar en el tema no relacionado de la migración. Se quejó de que Trump “está creando un ambiente de incertidumbre”.

Morales pidió al presidente que visite Estados Unidos para defender su postura si es necesario para defender un nuevo acuerdo comercial que reemplazaría el Tratado de Libre Comercio de América del Norte si es ratificado por los legisladores de Estados Unidos, México y Canadá.

“Tiene que ser muy, muy duro, o sea, muy firme, es la palabra, en decir que México no puede tolerar que vincule chantaje comercial con la política migratoria”, dijo Morales, añadiendo que ve posibilidades de que los aranceles no lleguen a imponerse porque el golpe a los intereses comerciales estadounidenses sería demasiado grande.

Eso no significa que el presidente de México no tenga críticos. Muchos mexicanos creen que se han convertido en el equivalente político a un saco de boxeo con los sucesivos ataques de Trump en Twitter, que ha dicho que México “abusa” de Estados Unidos, que “toma pero no nunca da” y que los mexicanos pueden detener la inmigración ilegal con facilidad “si quieren”.

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