Egipto e India  generan cerca del 95% del volumen mundial de extracto de jazmín para perfumes.

Está dando la medianoche e Iman Mahanna, equipada con una linterna frontal, empieza la cosecha de jazmín, cuyo refinado olor se propaga mucho más allá del pueblo de Shubra Belula, en el norte de Egipto.

«Recolectamos el jazmín desde nuestra infancia. La cosecha se hace entre medianoche y las 8h00 o las 9h00 de la mañana, según lo grande que sea», cuenta, con el cesto lleno de delicadas flores blancas bajo el brazo.

La recolección anual del jazmín se realiza de julio a noviembre, siempre de noche, cuando las flores están plenamente abiertas.

Cuando el sol empieza a despuntar por el horizonte, la temporera cambia su linterna frontal por una gorra.

Este trabajo «requiere mucha concentración», pues hay que distinguir «las flores maduras de los brotes», que no se recogen hasta «el día siguiente», explica.

Egipto e India, que tienen producciones equivalentes, generan cerca del 95% del volumen mundial de extracto de jazmín para perfumes, según la Federación Internacional del Comercio de Aceites Esenciales y Aromas (IFEAT).

– Refinado aroma –

Más del 90% de los cultivos egipcios de jazmín se encuentran en la provincia de Gharbiya (norte), en torno a los pueblos de Kutur, Shubra Belula y Basiun.

De madrugada, los camiones, cargados de cajas repletas de jazmín recién recogido, depositan las flores en la entrada de la fábrica Fakhri.

Aquí se trata alrededor del 70% del jazmín de Gharbiya y se producen casi tres toneladas de extracto aromático cada año, de las cinco que produce Egipto habitualmente, explica Badr Atef, que supervisa el pesaje y el almacén de la cosecha en la fábrica.

«Es la primera fábrica de aceites esenciales que se estableció en Egipto» después de que su fundador, Ahmed Fakhri, «introdujera el jazmín en los años 1960» tras haber estudiado en Grasse (sur de Francia), tierra de producción floral y capital francesa de los perfumes, precisa Atef.

En la planta, las flores son transformadas en una pasta de la que se extrae un aceite esencial que se destina casi totalmente a la exportación. Apreciado por su refinado aroma, el jazmín es una flor muy codiciada tanto en perfumería como en la industria de los cosméticos.

Según Atef, el cultivo del jazmín ocupa unas 400 hectáreas en la región de Gharbiya, mientras que la producción egipcia de flores de jazmín alcanza las 20 toneladas diarias.

Pero India, su competidor, está vendiendo el jazmín muy barato, lo que ha llevado a los agricultores locales a bajar los precios, pese a la «calidad superior» de su producción, lamenta Atef.

Otra fuente de preocupación de los productores de Gharbiya es el riego, pues la flor blanca requiere mucha agua.

«Cada ‘feddan’ [0,4 hectáreas] se riega tres veces al mes […] con entre 450 y 500 m3 de agua», explica Moataz Abdel Fattah, empleado de Fakhri desde hace 34 años.

El agua proviene del cercano Nilo, cuyo caudal está amenazado por la construcción, en Etiopía, de la mayor represa hidroeléctrica de África.

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