La crisis expone el peligro al que se enfrentan los países en vías de desarrollo.

La inexorable propagación del coronavirus ha situado a India en el centro de todas las miradas durante las últimas semanas; un país al borde del colapso que se convierte en un preocupante epicentro del coronavirus un año después de que comenzara la pandemia.

La alta densidad de población y las medidas de higiene han hecho saltar todas las alarmas en uno de los mayores productores de vacunas contra la COVID-19 del mundo. Los hospitales están desbordados y los suministros de oxígeno se agotan. Las cifras son demoledoras: en el último día se han infectado otras 300.000 personas y han fallecido más de 3.000.

Se trata sin duda de una situación sin precedentes en uno de los países más golpeados por la pandemia, que sigue encadenando cifras récord y ha tenido que recurrir a medidas desesperadas, como la instalación de crematorios y piras improvisados.

A pesar de la aparición de la variante india del coronavirus, los expertos insisten en que esta se detectó ya el pasado mes de octubre y que la situación actual podría no estar directamente relacionada.

La responsable de Emergencias de UNICEF España, Lorena Cobas, ha alertado en declaraciones a Europa Press de que los principales escollos en India se centran en la «altísima incidencia de COVID-19 tanto en casos como en muertes asociadas», así como en la gran densidad poblacional, dos elementos que el sistema sanitario «tiene que abordar».

Para ello, ha señalado, es indispensable el uso de vacunas. En este contexto, las autoridades prevén poner en marcha este jueves la tercera fase de la campaña de vacunación a nivel nacional, que se centrará en todas las personas mayores de 18 años. Sin embargo, estados como Chattisgarh, Jharjand, Punyab y Rajastán ya han advertido de que la escasez de viales supone un gran obstáculo.

Hasta el momento solo los mayores de 45 años podían recibir el fármaco, además de los trabajadores sanitarios y los considerados de «primera línea» en la lucha contra el coronavirus. La situación en el país asiático, que está a punto de alcanzar los 18 millones de casos con 200.000 muertos, dificulta también las labores del mecanismo COVAX, el proyecto con el que la Organización Mundial de la Salud (OMS) espera distribuir las vacunas a nivel mundial.

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