Trabajadores de diferentes sectores en Israel iniciaron una huelga general que amenazaba con paralizar la economía.

Los trabajadores se suman al creciente movimiento de protesta contra el plan del primer ministro, Benjamin Netanyahu, para reformar la judicatura.

Los vuelos con salida en el principal aeropuerto internacional del país se quedaron en tierra, grandes cadenas de grandes almacenes cerraron sus puertas, al igual que las universidades, y la mayor agrupación de sindicatos de Israel pidió a sus 800.000 miembros -que trabajan en salud, transportes, banca y otros sectores- que dejaran de trabajar.

Se esperaba que los gobiernos locales cerraran los centros de preescolar que gestionan e interrumpieran otros servicios, y el principal sindicato de miembros también anunció que haría huelga.

Miles de manifestantes se reunieron el lunes ante la Knesset, el parlamento, para mantener la presión.

“Esta es la última oportunidad de detener este cambio a una dictadura”, dijo Matityahu Sperber, de 68 años, que se sumó a la gente camino de la protesta. “Estoy aquí para pelear hasta el final”.

Reforma de Netanyahu sume en crisis al país

La reforma impulsada por el mandatario, que está siendo juzgado por corrupción, y sus aliados en el gobierno más conservador de la historia de Israel ha sumido al país en una de sus peores crisis internas. Ha desencadenado un movimiento de protesta continuado y que gana intensidad en casi todos los sectores de la sociedad, incluido el ejército. Cada vez más reservistas han afirmado públicamente que no servirán a un país que se desliza hacia la autocracia.

Los ciudadanos palestinos de Israel, sin embargo, se han mantenido en gran parte al margen de las protestas. Muchos dicen que la democracia israelí está empañada por el régimen militar que impone a otros palestinos en Cisjordania y por la discriminación que afrontan ellos mismos.

La crisis ha dividido aún más a Israel y ampliado diferencias antiguas e irresolubles sobre el carácter del país, presentes desde su fundación. Los manifestantes afirman que luchan por el alma de la nación y ven la reforma como un desafío directo a los ideales democráticos de Israel.

El gobierno los ha tachado de anarquistas que intentan derrocar a un gobierno elegido de forma democrática y afirma que el plan restablecerá el equilibrio entre las ramas judicial y ejecutiva y frenará lo que consideran una corte intervencionista con tendencias progresistas.

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La crisis gira en torno a Netanyahu, el gobernante que más tiempo ha ocupado el cargo en Israel, y lo que está dispuesto a hacer por mantenerse en el poder, incluso mientras enfrenta cargos de fraude, abuso de confianza y aceptar sobornos en tres cargos distintos. Él niega cualquier infracción.

La destitución de su ministro de Defensa en un momento de importantes desafíos de seguridad en Cisjordania y otros lugares parecía haber sido la gota que colmaba el vaso para muchos, y dio un nuevo impulso a la oposición.

“¿A dónde llevamos a nuestra amada Israel? Al abismo”, afirmó entre aplausos Arnon BarDavid, líder de la agrupación sindical, en un enérgico discurso. “Hoy detenemos el descenso de todo el mundo hacia el abismo”.

Foto: @AlertasRD

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