Las fiestas navideñas están a la vuelta de la esquina, y a nuestro alrededor parece que todos las esperan con gran anhelo y felicidad, mientras nosotros estamos pasando por un mar de emociones


Tu proceso es algo muy personal, y has de tenerte paciencia y permitirte pasar por esto, y saber que está bien sentirte sin ganas, y está bien tomarte unos días libres del trabajo (si puedes por supuesto). Estás frente a una pérdida muy significativa, y tu vida entera acaba de cambiar, sé comprensiva contigo misma. Ten en cuenta que estas fechas son difíciles, pues de entrada suponen una serie de cambios en nuestros hábitos alimenticios y de sueño, de compromisos, de reuniones, de gastos extras, etc., y por tanto de un aumento del estrés y ansiedad.

Todo ello nos vuelve más vulnerables y por tanto será más difícil gestionar todo el maremoto emocional, que en otras fechas menos significativas sería un poco más fácil. Pero una vez sabido esto, podemos detectar cuáles serán los estresores que en nosotros impacten más, planificar estrategias de afrontamiento más adecuadas y buscar apoyo en tus seres queridos, en tus amigos de confianza, y si es necesario buscar ayuda profesional.

1 – Detecta cuales son las situaciones que pueden disparar tu malestar.
Cenas de empresa, cenas de navidad con amigos comunes o familiares de la ex pareja). Quizá sea una buena idea priorizar y dejar a un lado unos cuantos compromisos hasta que te sientas más fuerte

2 – Prevé las vulnerabilidades fisiológicas.

Desvelos, comer de más, consumir bebidas alcohólicas, dormir menos, dejar el ejercicio, etc.)Todo ello puede resultar tentador como medida de escape temporal, pero incrementará tu vulnerabilidad física y mental. Cuídate, es momento de priorizar tu salud.

3 – Haz una lista de actividades que disfrutes y aplícate a ella en la medida que puedas.
Sí, es posible que la rutina en la pareja nos haya distanciado de aquellas actividades lindas que tanto disfrutábamos y quizás sea el momento de redescubrirnos.

4 – Contribuye a los demás.
Hay mucha gente ahí afuera que está pasando por momentos muy duros, gente sin techo, gente que ha perdido a su familia, su trabajo, etc. Por qué no apuntarse a un voluntariado.

5 – Compárate en positivo
Generalmente cuando estamos muy ansiosos o deprimidos es cuando más tendemos a compararnos con los demás en detrimento nuestro, claro y con nuestro yo pasado como mejor. ¿Es realmente así? Piensa por un momento qué injusto es cuando ahora con la experiencia y vivencias que tenemos miramos atrás y nos tratamos peor que si fuéramos jueces. Hicimos lo que pudimos con lo que sabíamos y teníamos.

6 – Identifica el malestar que estas sintiendo y si no lo puedes gestionar en ese momento, procúrate emociones contrarias.
Date unos momentos para saber si lo que sientes es ansiedad, ira, tristeza (o todas juntas). ¿Qué puedes hacer ahora para tranquilizarte? Ejercicios de respiración u otras técnicas para gestionar la ansiedad.

7 – Resinifica esta experiencia.
De las experiencias más duras es desde donde más se aprende. Aunque es uno de los momentos más difíciles de tu vida, puede ser uno de los más extraordinarios en términos de enseñanza. El aprendizaje puede ser desde aprender a poner límites, a replantearnos nuestros valores, lo que queremos y no queremos en nuestra vida, lo que no vamos a permitir nunca más, quienes han estado ahí con nosotros en los malos momentos, sanar de una vez las viejas heridas que no habíamos visto antes, aprender a cuidarnos y querernos más.

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