En un mundo cada vez más enfocado en la sostenibilidad y la eficiencia energética, es crucial evaluar el panorama presente y futuro del consumo energético tanto a nivel global como en el caso específico de México y lo que viene pasando en el resto del mundo, sostuvo Mario Edgar Cordero Sánchez, profesor de la Facultad de Ingeniería Química Industrial de la UPAEP.

Cordero Sánchez comentó que en el año 2022, México consumió 188 megatoneladas de equivalentes de petróleo, una unidad que permite medir la energía en términos de petróleo. Aunque México tiene una población de 130 millones de habitantes, su consumo energético se encuentra en el mismo rango que países con economías más grandes y poblaciones mayores, como Brasil (214 millones de habitantes) y España (95 millones de habitantes).

A nivel global, el consumo de energía sigue en aumento, con Asia liderando el crecimiento debido a su población en constante expansión. Norteamérica, con Estados Unidos como uno de los mayores consumidores, le sigue de cerca. Europa también mantiene un alto nivel de consumo energético, destacó el académico.

En cuanto a la distribución de la producción de energía en México, aproximadamente el 80% proviene de fuentes no renovables, como petróleo, gas y carbón. Esto destaca la necesidad de impulsar fuentes de energía renovable en el país, acotó Edgar Cordero.

La producción de energía eléctrica en México en 2022 alcanzó los 334 teravatios-hora, con un crecimiento del 2.5% con respecto al año anterior. A pesar de tener una población de 130 millones de habitantes, México consumió 277 teravatios-hora, lo que dejó un excedente de 57 teravatios-hora. Esto indica una capacidad energética adecuada para enfrentar emergencias.

Dijo que en comparación con otros países, México se encuentra en una posición razonable, aunque países con recursos hidroeléctricos, como Canadá y Brasil, generan gran parte de su electricidad de manera renovable.

Respecto a la producción de energía a partir de fuentes renovables, en 2022, México obtuvo el 22% de su energía de fuentes renovables, mientras que Canadá alcanzó el 68.8%, Estados Unidos el 22.2%, y Brasil lideró con recursos hidroeléctricos. México aún tiene margen de mejora para aumentar su participación en energías renovables, comentó Cordero Sánchez.

En términos de producción eólica y solar, México produjo el 10.9% de su energía a partir de estas fuentes, ligeramente por debajo del promedio mundial del 12%. Estados Unidos lidera con un 14.5% en esta categoría.

Manifestó que el panorama petrolero mexicano también es relevante. En 2022, México produjo 102 millones de toneladas de petróleo, manteniendo una producción relativamente estable desde 2018. Sin embargo, Estados Unidos ha superado ampliamente a México en producción de petróleo en los últimos años.

Es esencial destacar que la producción de petróleo a nivel mundial sigue en aumento, lo que plantea desafíos en cuanto a la transición hacia fuentes de energía más sostenibles. España, a pesar de no ser un productor de petróleo, refina una cantidad significativa de este recurso, resaltando la importancia de la industria petroquímica en la región.

Expresó que México se encuentra en un momento crítico en su evolución energética. A pesar de ser un consumidor y productor importante de energía, el país debe continuar su transición hacia fuentes de energía más limpias y renovables para abordar los desafíos globales de sostenibilidad y cambio climático. Cordero Sánchez enfatiza la necesidad de políticas y acciones concretas para promover esta transición hacia un futuro energético más sostenible.

Por su parte, Luis Guadalupe Zárate López, profesor de la Facultad de Ingeniería Química Industrial de la UPAEP, habló de las tendencias y proyecciones que nos permiten visualizar cómo estaremos en las próximas décadas, incluso hasta el año 2050. Debemos recordar que los compromisos adquiridos en los protocolos medioambientales y los objetivos de cuidado del planeta nos impulsan a monitorear y evaluar constantemente cómo estamos actuando en cada país y sector, con el objetivo de ser más eficientes y reducir nuestro impacto en el medio ambiente.

El uso de la energía es esencial para la industria y el transporte, como se ha mencionado anteriormente. Al observar las gráficas, podemos notar que en el año 2020 se registró un valor de consumo por debajo de cuatrillones de BTU (Unidades Térmicas Británicas), con tendencias al alza hacia 2030 y proyecciones que continúan en aumento hasta 2050, adelantó Zárate López.

Además, es interesante comparar el crecimiento de la población en países que pertenecen a la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) con aquellos que no forman parte de ella. Mientras que los países de la OCDE tienden a mantenerse estables en términos demográficos, los no miembros muestran una tendencia de crecimiento más marcada, refirió Luis Zárate.

En lo que respecta al uso de la energía, expresó que es fundamental enfocarse en qué sectores la consumimos. El sector industrial y el transporte son dos de los principales consumidores. En cuanto a las proyecciones, es necesario destacar que el consumo energético seguirá aumentando hacia 2050, impulsado por el crecimiento demográfico y el desarrollo económico.

Las tendencias en los precios del petróleo también tienen un papel importante en la proyección del consumo energético. Escenarios con precios altos, intermedios y bajos del petróleo influyen en la economía global y en la matriz energética de los países. Además, el crecimiento económico está estrechamente relacionado con los precios de la energía. A medida que una sociedad se desarrolla y mejora su calidad de vida, tiende a consumir más energía, afirmó Zárate López.

En cuanto a la producción de energía y su origen, se observa un aumento sustancial en la utilización de fuentes renovables, como la solar y la eólica. Se proyecta que para 2050, aproximadamente un tercio de los automóviles sean eléctricos. Esto es una noticia alentadora, ya que implica una menor dependencia de los combustibles fósiles. La energía solar y la eólica crecen significativamente, lo que indica que estas fuentes serán cruciales en las décadas venideras, destacó Luis Zárate.

Sin embargo, es importante destacar que las fuentes no renovables, como el carbón y el petróleo, seguirán siendo parte de la matriz energética, con las consecuencias ambientales que esto conlleva. La energía nuclear se mantendrá estable en términos de producción.

En su intervención, Mario Alberto López Mendoza, director de la Facultad de Ingeniería Química Industrial de la UPAEP, destacó la creciente preocupación por el cambio climático y la necesidad urgente de descarbonizar la energía.

Subrayó que el cambio climático es una realidad innegable. Gran parte de la energía que se consume y produce a nivel mundial proviene de fuentes fósiles que están estrechamente relacionadas con las emisiones de dióxido de carbono, lo que contribuye al calentamiento global. Por lo tanto, el desafío clave en el sector energético, en todas sus vertientes, es lograr la descarbonización de la energía.

Indicó que cada país ha definido sus propias políticas, objetivos y estrategias para abordar este desafío global. La transición energética es un proceso que involucra a todas las economías del mundo y requiere la colaboración de diversos actores, incluyendo el sector industrial, organizaciones de la sociedad civil, gobiernos y cuerpos académicos. Estos últimos son fundamentales para establecer metas realistas y estrategias que conduzcan a la descarbonización de la energía.

López Mendoza mencionó que las tendencias políticas, demográficas y tecnológicas desempeñan un papel crucial en la determinación del consumo energético y las emisiones asociadas. El aumento de la población y el crecimiento de industrias demandantes de energía indican un aumento continuo en el consumo energético hacia 2050. Esto es impulsado por factores económicos, demográficos, sociales y políticos.

A pesar del crecimiento en el uso de energías renovables, como la solar y la eólica, López Mendoza destacó que no se visualiza una reducción importante en el uso de fuentes no renovables, como el gas natural, el carbón y el petróleo, en un futuro cercano o a mediano plazo. Esto subraya la necesidad de acelerar la transición hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles.

El crecimiento de las economías asiáticas, caracterizadas por su alta demanda de energía basada en combustibles fósiles, se ha convertido en un factor determinante en el consumo energético global. Este desafío se encuentra directamente relacionado con los Acuerdos de París de 2015 y la meta de limitar el aumento de la temperatura global a dos grados centígrados. Aunque se han logrado avances, Mario Alberto Mendoza señaló que aún queda mucho por hacer para alcanzar esta meta hacia 2050.

En última instancia, enfatizó que la transición energética requiere una sinergia de esfuerzos de todos los actores de la sociedad. Se necesita una mejora tecnológica continua en la producción y el consumo de energía, así como la participación activa de todos los ciudadanos para reducir el consumo energético. La eficiencia energética tanto en la producción como en el consumo es clave para abordar este desafío global.

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