El asesor en recursos humanos Ángel Díaz Merigo, alertó que en la actualidad se vive un proceso de “robotización” del trabajo.

Ángel Díaz Merigo considera que el valor de las empresas se encuentra en la sabiduría colectiva. Para tener empleados felices, indica, es necesario darles voz y estimular su participación activa.

En Tiempos modernos (1936), Charles Chaplin retrata los excesos de la vida obrera y cómo el trabajo de inspiración capitalista puede impactar en la estabilidad de las personas. La cinta fue la representación hiperbólica de una preocupación de la época: a la gente ya no le gustaba ir a trabajar; más aún, no le gusta cómo es tratada en sus espacios laborales.

Pese al desencanto de las clases trabajadoras, las políticas públicas de los últimos 70 años han obviado las demandas de mejores condiciones laborales. Las normativas surgidas desde finales de los años 80 han minado el desarrollo integral de los trabajadores y los han limitado a cumplir cabalmente con sus obligaciones laborales. Para el asesor en recursos humanos Ángel Díaz Merigo, se trata de un proceso de “robotización”.

El especialista visitó la IBERO Puebla para ofrecer una mirada crítica tanto a las formas de constituir una empresa como a la respuesta desde los instrumentos jurídicos. Desde su perspectiva, uno de los problemas de las empresas es que la gestión del personal se encuentra subordinada a las direcciones administrativas, lo que convierte al ‘talento humano’ en un elemento sujeto a las capacidades económicas de la organización.

En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha revelado que en México el 75% de los trabajadores sufren ante factores estresantes emocionales e interpersonales relacionados con el trabajo, fenómeno que lleva por nombre Síndrome de Desgaste Ocupacional (Síndrome de Burnout).

Es así como nace la NOM-035-STPS-2018, respuesta legislativa a las alertas de instancias internacionales sobre los daños psicosociales en el espacio laboral. Se trata de una propuesta que pretende romper con cánones históricos. A decir del experto, el trabajo —sobre todo el manual— siempre ha sido menospreciado tanto por empleadores como por el sistema económico. Dicha tendencia prevalece en la actualidad.

Los canales de comunicación del Gobierno de México la definen como una estrategia para la identificación, análisis y prevención de factores de riesgo psicosocial en el trabajo. Sin embargo, su implementación se vio marcada por un factor inesperado: la COVID aterrizó en territorio nacional a unos meses de que la norma se ejecutara en lo general e impactó en su implementación específica.

Díaz Merigo se concentró en elementos que los profesionistas de recursos humanos deben cumplir más allá de una normativa, con o sin pandemia. Uno de ellos es el dominio de la historia y cultura nacionales, especialmente en disciplinas en las que prolifera la literatura europea. Describió al mexicano como una persona cuyo pensamiento se ha basado en las emociones, lo que lo convierte en un ser tan cariñoso como conflictivo.

Es así que los responsables de las áreas de contratación y bienestar laboral deben asegurar la sabiduría organizacional y dejar de ser simples gestores del personal. Su compromiso debe estar vinculado con el valor humano y el respeto a la ética profesional, lo que requiere un amplio conocimiento de los distintos perfiles que integran un ecosistema de trabajo.

Una organización con sabiduría se entiende como un sistema donde la tecnología, la administración y el factor humano coexisten de manera funcional.

Ingeniero de formación, Ángel Díaz fue crítico con la cultura académica que premia los conocimientos teóricos y técnicos por encima de la calidad humana. Desde su perspectiva, la tecnología debe ser utilizada para mejorar la calidad de vida de las personas. Al respecto develó que de acuerdo a información de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México es el país, a nivel global, con mayor índice laboral y número de horas laborables sin ser productivos.

Los empleos tradicionales consistían únicamente en la satisfacción de las necesidades básicas: trabajar para vivir. En cambio, los nuevos sistemas deben aspirar a la participación, reconocimiento y motivación para desarrollar la vocación y una mayor libertad de acción. “Tienen que ser personas creativas y buscar cómo lograr que la gente sea feliz en el trabajo […] Los debe llevar hacia adelante el amor por la gente”, exhortó a los estudiantes de recursos humanos.

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