Inspirados por experiencias de vida, los adolescentes pusieron a pruebas sus destrezas en áreas profesionales

La Prepa IBERO Puebla brilla. Las aulas que quedaron abandonadas durante un año y medio de emergencia sanitaria hoy están colmadas de colores, figuras y las voces alegres del 95% de la población estudiantil que ya volvió al plantel. “¡Casi nunca te he visto sin cubrebocas!”, dice una chica a otra en el pasillo.

Vuelve la presencialidad y con ella las gratificaciones. Tres jóvenes de sexto semestre regresaron a las aulas con un reconocimiento en mano por su participación en diferentes espacios de ciencia y filosofía. Incluso hubo quien destacó en ambas disciplinas por igual.

Tal fue el caso de Héctor Cornejo Morales, un muchacho que se desplaza desde el estructuralismo hacia la mecánica como quien cruza la calle. Ávido lectoescritor y fan del heavy metal, comenta que siempre le ha gustado “encontrar el sentido de las cosas, de la vida”. La influencia de su padre, un abogado con un taller mecánico, le abrió el abanico de intereses profesionales y personales.

Fue así que conquistó la medalla de plata en la X Olimpiada Mexicana de Filosofía y el primer lugar en el Concurso Vanguardia Tecnológica, este último organizado por la IBERO Puebla. Para el certamen filosófico, elaboró un ensayo donde recupera la mirada socrática del humor como crítica social y la sitúa en la actualidad. “La cultura de la cancelación puede ser muy radical, pero hay veces en las que sí se justifica”, explica.

En la prueba científica, y motivado por la situación de un familiar, Héctor desarrolló una manga terapéutica para casos de rehabilitación muscular. Para llegar a ello, asistió a un propedéutico ofrecido por la Universidad Jesuita en el que los participantes aprendieron a utilizar programas computacionales relacionados con robótica, ciencia médica y programación.

Allí coincidió con Paulina Cruz Barrios, joven interesada en las áreas ingenieriles, la biología y la física cuántica, pero también en el arte y la literatura. Para Vanguardia Tecnológica, la joven presentó un proyecto inspirado en los glucómetros que usan algunos de sus familiares con diabetes: una máquina que permite revisar la carga viral de personas con VIH.

Su intención es proveer a los usuarios un artefacto accesible y de bajo costo. Apunta Paulina: “Te sacan una gota de sangre y la prueba la limpia, la calienta y busca la fórmula. Las personas con VIH se tienen que hacer esta prueba constantemente para que no se haga SIDA”. El proyecto obtuvo el tercer puesto en el certamen.

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