Un ser humano polifacético, así podría describirse al doctor Ernesto Mangas Ramírez: biólogo, especialista en restauración de sistemas acuáticos, altruista, músico, deportista y un apasionado de la naturaleza. En tres décadas ha centrado sus conocimientos en resolver problemas sociales y ambientales, entre estos recuperar el río Atoyac y el lago de Valsequillo.

Recientemente, el Ayuntamiento de Puebla le entregó un reconocimiento por su trayectoria académica y científica de 33 años. De igual manera, la Asociación Periodística Síntesis la distinción al Mérito Extremo por su labor para sanar la Cuenca del Río Atoyac.

Es nieto de campesinos; de pequeño aprendió a nadar y a pescar, así como a recolectar hongos comestibles con la guía de su abuelo. De su padre, quien era contador e hijo de un músico -Ernesto Mangas Velazco-, aprendió el amor a las artes y la belleza paisajística; y de su madre la audacia de rescatar una pequeña reserva natural. Esas acciones y acercamiento con la naturaleza inspiraron su elección por la Licenciatura en Biología, la cual cursó en la UNAM.

“Estudiar Biología fue buscar capacidades para revertir los daños del ambiente que disfruté de niño y que cuando voy a la sierra sigo viendo que las personas disfrutan. Busco darles una oportunidad de conservar durante más tiempo estos recursos”, comenta el investigador de la Facultad de Ciencias Biológicas de la BUAP, autor de 21 artículos arbitrados.

Fue parte de la primera generación de la Maestría en Ciencias Ambientales del Instituto de Ciencias de la BUAP; y el Doctorado en Ciencias del Mar y Limnología lo estudió en la UNAM. En agosto de 1990 se incorporó a la planta docente de la Máxima Casa de Estudios en Puebla.

Alas de colibrí

Cuando habla de sus proyectos, sus pequeños ojos se iluminan, contagian su pasión por ayudar e invitan a sumarse con pequeñas acciones. “Cuando era nivel I del Sistema Nacional de Investigadores me di cuenta que mi trabajo no llegaba a la gente, mucho menos impactaba en los cuerpos de agua ni en las familias. Entonces decidí comenzar a hacer propuestas viables para que las personas las realizaran con los recursos a su alcance”, refiere el académico, quien en 2006 recibió el Reconocimiento a la Investigación por parte de la BUAP.

Con esta vocación social, en 2011 Ernesto Mangas Ramírez instituyó la Fundación Internacional Naturalia, asociación civil que busca transmitir el conocimiento a la población de escasos recursos e incidir en su calidad de vida.

Así estableció sinergias con Semarnat para construir 30 cisternas de captura de agua de lluvia en la población de San José Xacxamayo, que permitieron recolectar agua durante seis meses, para almacenarla y utilizarla en los hogares. Por el impacto de este proyecto, más habitantes se sumaron por cuenta propia a la construcción de estas cisternas.

El también coordinador del Laboratorio de Ecología y Restauración de Sistemas Acuáticos indica que por medio del programa “Alas de colibrí”, la fundación a su cargo realiza en agosto de cada año una colecta de alimentos, juguetes y ropa para donarlos en poblaciones de la Sierra Norte de Puebla. Asimismo, en esta región se llevan a cabo proyectos en tecnologías verdes, como fabricación de repelentes orgánicos, estufas ahorradoras de leña o biohumedales, entre otros.

Cuidar el río salva vidas

El doctor Ernesto Mangas Ramírez señala que la Cuenca del Río Atoyac genera problemas de salud asociados a cáncer por los aerosoles desprendidos, sobre todo de compuestos volátiles como bencenos. De acuerdo con estudios del Centro Fray Julián Garcés, Derechos Humanos y Desarrollo Local A.C., hay una muerte cada cuatro horas por cáncer, insuficiencia renal y enfermedades gastrointestinales debido a la contaminación del citado afluente. Además, es la cuenca que ocasiona mayor mortalidad en menores de cinco años en el país, de acuerdo con CONAGUA.

Aunado a ello, la calidad de agua potable en el planeta es limitada, menos del uno por ciento. “Si bien ésta se recicla, se contamina y se gasta a tasas mayores con respecto a su renovación. Por ejemplo, en el campo poblano existe desperdicio por evaporación; si se tecnificara su riego por goteo se recuperaría el 70 del agua que se pierde en la región de Tecamachalco”.

Para prever un desabasto o un estado de contaminación crítica, el científico de la BUAP contribuye a partir de soluciones científicas. Por eso centra su investigación en mejorar la calidad del agua en distintos lugares de Puebla y en evaluar mecanismos de remediación para tal fin.

Uno de sus proyectos en marcha es la eliminación de una cianobacteria tóxica, llamada Microcystis, en lagos urbanos de Puebla, la cual causa coloración verde en estos sistemas y alteraciones en la salud de seres humanos y animales. Su propuesta es efectuar procesos de inyección de oxígeno y ozono en la eliminación de biomasa de esta cianobacteria, en un volumen de agua determinado. Esta tecnología también es factible para romper las cadenas de doble enlace en los contaminantes persistentes como grasas, plaguicidas y antibióticos.

El integrante del Cuerpo Académico Medio Ambiente y Educación igualmente asesora a empresas extranjeras dedicadas al cuidado del agua, tal es así que participó en la restauración del lago Titicaca, uno de los más grandes de Sudamérica; y colabora con una compañía argentina para evitar la emisión de CO2 de empresas termoeléctricas.

De caminar pausado, erguido, memoria privilegiada, sonrisa contagiosa y temple adquirido por su práctica de tai chi, Ernesto Mangas busca ser un ejemplo de motivación e inspiración.

“Mi pasión es transmitir a mis alumnos que con esta hermosa profesión podemos cambiar nuestra vida y la de las demás personas. Si rescatamos al ambiente, rescatamos nuestra humanidad. Si bien la Biología es una ciencia de investigación, también lo es para proponer soluciones y luchar por ellas”.

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