Que primavera entre un día u otro depende de cómo encajan los años bisiestos en el calendario y la órbita de la Tierra alrededor del Sol.

En el colegio nos enseñaron a muchos que la primavera empieza el 21 de marzo. Pero desde hace cuatro años parece que la estación de las flores se ha adelantado un día, si nos ceñimos a las enseñanzas de la escuela. ¿Se trata acaso de una anomalía? Tranquilidad: en realidad es una situación totalmente normal porque, en realidad, la primavera no tiene una fecha estática para hacer su aparición, sino que puede variar entre el 19 y el 21 de marzo. Y el hecho de que tenga lugar un día u otro depende depende del camino que nuestro planeta describe alrededor del Sol. Es decir, de su órbita.

Si bien es cierto que las estaciones son una especie de «convenio» de la humanidad, éstas no son arbitrarias. Este 2020 hemos recibido a la primavera exactamente a las 04:20 hora española, según informa el Observatorio Astronómico Nacional ( OAN), perteneciente al Instituto Geográfico Nacional. Y es en ese justo momento porque el centro del Sol, visto desde el planeta, cruza el ecuador celeste en su movimiento aparente hacia el norte.

Cuando esto sucede, la duración del día y la noche prácticamente coinciden. Por eso, a esta circunstancia se le llama también equinoccio, que en latín es algo así como «noche igual». Es el mismo fenómeno que ocurre en otoño. De hecho, como las estaciones están invertidas entre los hemisferios por la inclinación del eje de la Tierra, mientras que en el norte celebramos la entrada de la primavera, en latitudes sur reciben al otoño. Esta estación durará hasta el próximo 20 de junio, momento en el que se producirá el soslticio de verano y la llegada del periodo más cálido del año en el hemisferio norte.

La clave: encajar los años bisiestos

Que primavera entre un día u otro depende de cómo encajan los años bisiestos en el calendario y la órbita de la Tierra alrededor del Sol (conocida como año trópico). De hecho, en el XXI hemos vivido en 2003 la primavera más tardía del siglo, aunque tendremos que esperar hasta 2096 para que sea el momento en el que vivamos la primavera más adelantada.

En la historia contemporánea hubo que llevar a cabo algunos ajustes ya que hasta finales del siglo XVI las estaciones se iban alargando. Cuando se introdujeron los años bisiestos, seguía habiendo un desfase de 11 minutos al año que se llegó a acumular en 10 días de diferencia, con lo que, para subsanar el error, el 4 de octubre de 1582 se decidió adelantar el calendario 10 días de golpe (del 4 se pasó al 15 de octubre).
Además, se corregiría la norma de los años bisiestos: seguirían existiendo, pero con algunas excepciones: no serían bisiestos los años acabados en dos ceros cuyas primeras dos cifras no fueran múltiplos de 4.

¿Hay que cambiar la hora?

Ya metidos de lleno en la estación, y aunque lo llevemos notando desde principios de año, es a partir de estas fechas cuando los días se alargan más rápidamente. A las latitudes de la península, el Sol sale por las mañanas antes que el día anterior y por la tarde se pone después. De este modo, al inicio de la primavera el tiempo en que el Sol está por encima del horizonte aumenta casi tres minutos cada día a la latitud de la Península Ibérica.

La luz se notará más aún cuando cambiemos el último domingo de marzo, el próximo 29, al horario de verano, adelantando una hora nuestros relojes (a las 2 será la 1, lo que acorta en 60 minutos ese día). Sin embargo, la Comisión Europea presentó una propuesta para poner fin a los cambios de hora durante 2019. De momento, es una medida que se encuentra parada, ya que los Estados deberían dar su visto bueno antes del próximo mes de abril, aunque con la situación de bloqueo europea debido al nuevo coronavirus es posible que aún se demore en el tiempo.

El espectáculo celeste sobre nuestras cabezas

El tiempo de confinamiento en casa puede proporcionar un momento único para mirar el espectáculo que nos ofrece el cielo este equinoccio de primavera. Una de las constelaciones más características de esta estación es Leo, fácil de localizar hacia el sur tras la puesta de Sol por su forma de signo de interrogación invertido.

Mirando hacia el norte de Leo, puede encontrarse también fácilmente reconocible la Osa Mayor. Hacia el este de Leo destacan las constelaciones de Virgo y del Boyero, cada una con una estrella brillante: Spica en Virgo y Arturo en el Boyero. El triángulo formado por estas dos estrellas y por Régulo en Leo se denomina triángulo de la primavera, y su localización en el cielo proporciona un buen punto de partida para empezar a explorar el resto de las constelaciones visibles durante la estación.

En cuanto a los planetas, al amanecer de estos días serán visibles Marte, Saturno y Júpiter y, desde mediados de junio, Venus, en tanto que al anochecer se verá Venus hasta finales de mayo.

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