El modelo de embrión busca recrear las primeras etapas de la vida en mamíferos, pero sin necesidad de contar con óvulos ni espermatozoides, gracias al uso de células madre

Investigadores de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, crearon un modelo de embrión de ratón que pudo desarrollar un cerebro, un corazón que late y los cimientos de todos sus demás órganos, resultado de más de una década de investigación, la cual fue publicada el jueves en la revista Nature.

El equipo, dirigido por la profesora Magdalena Zernicka-Goetz, busca recrear las primeras etapas de la vida en mamíferos, pero sin necesidad de contar con óvulos ni espermatozoides. En su lugar, utilizó células madre, es decir, las partículas básicas del organismo que pueden convertirse en casi cualquier tipo celular.

Los investigadores imitaron los procesos naturales en el laboratorio guiando la interacción de los tres tipos de células madre que se encuentran en el desarrollo temprano de los mamíferos, mediante control genético y lograron que estas transitaran por las etapas de crecimiento embrionario hasta obtener cerebro y órganos; además, se logró reproducir el saco vitelino, donde el embrión crece y se nutre en sus primeras semanas.

«Es increíble que hayamos llegado tan lejos. Este ha sido el sueño de nuestra comunidad en años, y el principal enfoque de nuestro trabajo durante una década y finalmente lo hemos logrado», expresó Zernicka-Goetz.

El equipo sostiene que estos resultados permitirían a los investigadores comprender por qué algunos embriones fallan, mientras que otros culminan en un embarazo saludable; las conclusiones también podrían usarse para guiar la reparación y la creación de órganos artificiales para trasplantes.

Asimismo, este modelo sintético de células madre podría facilitar el acceso y estudio a la estructura del embrión en una etapa en la que, normalmente, está oculto debido a la implantación en el útero de la madre. Esto permite manipular los genes para comprender sus funciones de desarrollo en un modelo experimental.

Por último, otra posible ventaja de este experimento radica en la posibilidad de estudiar los mecanismos del neurodesarrollo en un modelo experimental.

Para que un embrión humano crezca con éxito, debe existir comunicación entre sus tejidos y los que lo conectarán con la madre. En la primera semana posterior a la fertilización, se desarrollan tres tipos de células madre.

El primero se convertirá en los tejidos del cuerpo y los otros dos, extraembrionarios, apoyarán el desarrollo del feto. Uno se transformará en la placenta, que conecta al embrión con la madre y le proporciona oxígeno y nutrientes; mientras que el otro formará el mencionado saco vitelino.

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