El Señorío Huexotzincatl encabezará el festejo y será liderado por Maritza Munive Corona, quien relevará a su padre, heredero del mismo
Los huexotzincas llevan el carnaval en la sangre, desde pequeños danzan. Para ellos no hay distinción de género, todos pueden usar trajes de zapadores, zacapoaxtlas, indios, turcos o suavos, para representar a los diferentes batallones de la célebre Batalla de Puebla, donde tropas mexicanas enfrentaron al ejército invasor francés, en 1862.
Los vistosos trajes artesanales que llegan a costar desde ocho mil hasta 45 mil pesos, se guardaron dos años por la pandemia de Covid-19 que impidió la realización del Carnaval de Huejotzingo, que se reactivará los próximos 26 y 27 de febrero en su edición 154.
El Señorío Huexotzincatl, encabezará el festejo y será lidereado por Maritza Munive Corona, de 34 años, ingeniera química que trabaja en una empresa automotriz; orgullosa embajadora de sus raíces indígenas.
Maritza inició danzando como zapadora a los 20 años, tarde, ya que es común que desde los dos años los danzantes vistan a sus hijos e hijas para acompañarlos. Para ella, portar un traje de guerrera no es solo por unos días, es para toda la vida.
“Ser danzante es hermoso, pero ser del señorío es un orgullo porque somos guerreras. Mi sobrina danza desde los tres años, ahora tiene nueve años y es una niña guerrera. Además de mostrar las raíces de mi pueblo en el Carnaval, a diario doy muestra de la fortaleza que tenemos las mujeres, somos capaces de hacer todo lo que queramos. No hay que limitarnos, hay que ser libres”.
Maritza relevará a su padre, José Oscar Munive Saloma, de 66 años, heredero del Señorío Huexotzincatl por su padre Esteban Munive Morales y su abuelo, José Saloma Teyssier, quienes han resaltado la historia de los guerreros de Huejotzingo, que eran confundidos con las élites militares mexihcas o tenochcas, siendo que Huexotzinco fue un señorío independiente.
Munive Corona recuerda que a inicios de los años setenta, siendo muy niña, le tocó ver una representación de un sacrificio humano en el zócalo de Huejotzingo con motivo del carnaval, además de que su padre le enseñó el arte plumario, lo que lo motivó a retomar la investigación de sus ancestros.
Dijo que un pavo tiene alrededor de 10 plumas aptas para ser teñidas y que para hacer un traje del Señorío Huexotzincatl –penacho, faldón, capa y escudo– se utilizan alrededor de tres mil plumas. Hoy las plumas de pavo se han sustituido por caribú, un material sintético.
“Mi abuelo llevó el señorío en los años cincuenta, después mi papá en los sesenta, y me enseñaron a recoger las plumas de las alas y las piernas de los pavos, después a teñirlas y secarlas al sol. Antes nos conocían como los apaches, pero existía confusión con los de Norteamérica y decidimos resaltar al Señorío Huexotzincatl”.
Para José Oscar es un gran orgullo que sus hijos Juan Manuel y Maritza; su esposa Maricruz Corona Palestino y sobrina Ximena Munive Flores sean danzantes, pero elogió la labor de las mujeres en la conquista de los territorios.
“Nunca nos pudieron vencer ni los aztecas, ni los cholultecas, ni los tlaxcaltecas, desde ese entonces educaban a los hombres y mujeres por igual, a ser fuertes y valientes, para guerrear y sobre salir. Mi esposa, mi hija y mi nieta son guerreras, mujeres de lucha, que se saben valer por sí mismas”.
La participación actual de la comparsa del Señorío Huexotzinca, realizada por la familia Munive Corona, resalta el inicio del año nuevo agrícola, que en el actual calendario gregoriano coincide en el mes de febrero, donde los rituales como pueblo campesino eran importantes para iniciar el trabajo en el campo y así darse la regeneración del maíz.
Ocupando simbolismos del arte plumario con elementos de guerra como un chimalli (escudo), macuahuitl (especie de bastón de guerra con puntas de obsidiana incrustadas), entre otras cosas, recuerdan que sus antepasados buscaban la fertilidad a través del sol y después de 40 días del sacrificio, iniciaban las guerras floridas.
Ayer en el anuncio de la reactivación del Carnaval de Huejotzingo 2022, la alegría desbordaba a los participantes que se presentaron para mostrar sus atuendos. Tiene dos años que no danzan, ni detonan sus mosquetes con pólvora.
Este es el caso de Daniel Justo López, un hombre de 28 años que desde los cuatro, es danzante. Es tanta su emoción de participar en el Carnaval de Huejotzingo que las palabras no le alcanzan para definir su felicidad.
“Todos los colores, las detonaciones con los mosquetones, es una emoción muy especial que no encuentro las palabras específicas para poder detonarlas, pero ser participé del carnaval no tiene límites”.
Vestido de Indio Serrano comentó que su traje tiene un valor aproximado de 45 mil pesos y aunque hay personas que los portan más económicos, siempre son una inversión debido a que están bordados a mano, las máscaras son hechas a la medida, los penachos son artesanales y además, portan un animal disecado porque sus ancestros cargaban en la espalda el producto de la cacería.
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