En algún lugar, Yiren Ren se concentra en demostrar los efectos de la música en el cerebro, escuchando a Norah Jones o algún otro de sus artistas favoritos. Así comienza esta investigación, porque justo así funciona: la música que nos gusta, las canciones que conocemos, que se sienten seguras y hasta predecibles, nos ayudan a estudiar y concentrarnos.
Ren, estudiante de doctorado en la Facultad de Psicología de Georgia Tech, fue líder para analizar la música y el impacto en nuestro cerebro. Sus últimas dos publicaciones, PLOS One AndCognitive, Affective, & Behavioral Neuroscience (CABN), revelan que las intervenciones artísticas pueden beneficiar tratamientos para la depresión, TEPT y rehabilitación cognitiva. La conexión entre estos estudios es crucial, ya que ambos exploran innovadoras formas de usar la música para la modulación de la memoria. Ofrecen ideas tanto para la vida cotidiana como para el uso clínico.
Uno de los resultados más sorprendentes es que se puede alterar el significado emocional que tenemos vinculado a ciertos recuerdos, a través de la música …
Creando ambiente
Cuando vemos una película con un buen soundtrack (la música creada para inducir emociones) lo que escuchamos nos guía exactamente a donde el compositor planeaba. En el primer estudio de Yiren, CABN, los investigadores reportaron que este estilo de “música ambiental” puede ser igual de poderoso para cambiar cómo recordamos el pasado.
El estudio incluyó a 44 estudiantes de la Universidad de Georgia Tech, que escucharon el soundtrack de diferentes películas e incorporaron nuevas emociones a los recuerdos que encajaban con el humor de la música. El efecto fue duradero, un día después cuando los participantes evocaron los mismos recuerdos, sin la música, el estado emocional seguía coincidiendo con el tono de música del día anterior.
Para observar estos cambios los autores usaron IRMf, donde podían notar las alteraciones de actividad cerebral en los participantes. Por ejemplo, el aumento de la conectividad entre la amígdala y otras regiones asociadas a las emociones e integración de información, como el hipocampo.
Esto arroja luz en lo mucho que se puede moldear la memoria con la música. Ren explica que la musicoterapia puede ser personalizada a las intervenciones que los pacientes necesiten – así como trastornos afectivos o de estrés post traumático. Particularmente, cuando alguien sobredimensiona los componentes negativos, la música tiene el poder de resignificar los recuerdos.
No hay una máquina de tiempo que nos permita regresar al pasado y añadir música feliz a los eventos traumáticos, pero podemos recuperar malos recuerdos mientras escuchamos música emotiva. “Podríamos ayudar a la gente a transformar los sentimientos y el tono emocional que vinculan con su pasado” expresa Brown.
Abrazando lo familiar
¿Deberíamos escuchar música mientras trabajamos? Y si es así, ¿Hay géneros musicales con más beneficios que otros? La respuesta a ambas preguntas podría estar, al menos en parte, dentro de los amplios parámetros del gusto personal. Pero aún así, hay límites.
En el segundo estudio, la autora aprovechó su propia experiencia como compositora para examinar si la música mejora, o perjudica, nuestra capacidad de aprender y/o recordar nueva información.
Ren comparte “Queríamos comprobar el potencial de la música como un dispositivo mnemotécnico que nos ayuda a recordar información más fácilmente”. Por ejemplo, la mnemotecnia en inglés de “Every Good Boy Does Fine” que representa E-G-B-D-F y ayuda a los pianistas a aprender el orden de las notas en el teclado.
En esta investigación, se les pidió a los 48 participantes del estudio que aprendieran las secuencias de figuras abstractas mientras escuchaban diferentes tipos de música. Ren tocaba una pieza musical siguiendo un patrón familiar de ritmo, tono y melodía. Después tocó el mismo conjunto de notas, pero en desorden, brindando una estructura disonante.
Cuando escucharon el patrón conocido de música, que era predecible, los participantes aprendieron y recordaron el tema más rápidamente ya que sus cerebros crearon un marco estructurado para la información. Por otra parte, fue más difícil aprender mientras escuchaban la música que era familiar pero irregular (estructura disonante).
En conclusión
Hay un impacto importantísimo de la música en el cerebro, que puede beneficiar el aprendizaje y la memoria, así como la salud mental. Dependiendo de la familiaridad y la estructura, la música puede favorecer los procesos cognitivos.
Estos resultados subrayan el impacto de la música en las emociones, los procesos de aprendizaje, y en la memoria. Asimismo, también indican que esta intervención requiere de cierta estructura y características para que funcione. No todo el tipo de música beneficia la salud cognitiva, y también depende de las circunstancias.
Que la música tenga efectos tan palpables y enriquecedores en nuestras redes neuronales, no es sorpresa, pero ayuda muchísimo reconsiderar su influencia y utilizarla a nuestro favor.
Como terapeuta infantil he sido testigo del poder único que tienen las intervenciones artísticas; cómo facilitan muchos procesos y abren espacio para cambios que no imaginamos. Sigue siendo imprescindible estudiar y divulgar los efectos neurocientíficos del arte, para así fomentarlo y que sea una herramienta al alcance de todos.
Referencias:
- Chin, T., Shin, C., & Cho, H. (2023). Neuroscientific perspectives on the effects of music on memory retrieval. PLOS ONE, 18(9), e0306271. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0306271
- Georgia Institute of Technology. (2024, August 28). Neuroscientists explore the intersection of music and memory. ScienceDaily. Recuperado de www.sciencedaily.com/releases/2024/08/240828224256.htm
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